TStiempre me han gustado los actores como David Carradine , que con su sola presencia llenaban la pantalla. Cuando Tarantino lo recuperó para Kill Bill me alegró mucho ver su rocoso y duro rostro después de que llenara mi infancia de mestizas aventuras orientales en un televisor de blanco y negro. Me ha apenado mucho su muerte y sobre todo las circunstancias de la misma. El cadáver del actor, de 72 años y 100 películas en su haber, apareció en el armario de su habitación del Swisshotel Park Nai Lert de Bangkok con un cordón de nailon alrededor del cuello y los genitales. Practicaba, al parecer, una "masturbación de alto riesgo". No sé qué podía pasar por la cabeza de David en ese momento. Desde luego nada relacionado con la filosofía oriental. Recuerdo la época de la TV de Kung Fu. Había una clasificación moral a base de rombos que en mi casa se cumplía a rajatabla. Ahora, en la televisión de la TDT, tras un programa en el que sale Pedro J. Ramírez , ponen unos publirreportajes de productos como el "asistente masturbador" y el "estimulador prostático para heterosexuales sin complejos". El primero parece un teleobjetivo de una cámara. El segundo es como un joystick y no puedo contar aquí cómo se usa. Solo puedo decir que si cuando me han hecho un tacto rectal lo he pasado mal no quiero ni pensar qué pueden sentir los usuarios de ese "estimulador". Reivindico que cada uno busque el placer como más le guste, pero hay cosas que claman al cielo. ¡Cómo están las cabezas, madre mía! Refrán: Cuidado cuando hagas una maña, no te pegues la castaña.