El torero José María Dols Abellán, más conocido como José María Manzanares, fue enterrado ayer en el panteón familiar del cementerio municipal de Alicante en la más estricta intimidad por deseo expreso de la familia, tras un multitudinario funeral en la concatedral. El martes falleció en su finca cacereña de Campo Lugar.

Sus restos mortales permanecieron las últimas 24 horas en la Puerta Grande de la plaza alicantina de toros hasta que a las 10.30 horas su féretro fue portado por una decena de diestros en su última vuelta al ruedo como homenaje.

Lo llevaron en hombros al torero de toreros Juan Manuel Padilla, Javier Conde, Pepín Liria, Salvador Vega, a un lado, y Ponce, El Juli, Pablo Hermoso de Mendoza (rejoneador), Espartaco y Manuel Abellán, entre los aplausos de los alrededor de 1.500 aficionados que han acudido a los tendidos.

Posteriormente, el ataúd fue portado, en una segunda vuelta, por la cuadrilla del matador, encabezando una numerosa comitiva con los cuatro hijos, Manuel, Ana María, Yeyes y José María --será sustituido por Sebastián Castella en su corrida que tenía que celebrar el domingo día 2 en Plaza México--, muy afectados por la repentina pérdida de su padre.

El homenaje en la plaza de toros terminó con la salida del féretro por la Puerta Grande, y de allí fue trasladadosen coche fúnebre hasta la concatedral de San Nicolás de Bari, donde cientos de personas se agolpaban para vitorearle y aplaudirle.

El torero Juan José Padilla destacó que la despedida fue "muy solemne y bonita" y se emocionó al recordar la última vuelta al ruedo "a hombros de amigos, de toreros y con el pueblo volcado" hacia un "maestro que deja huella". Por su parte, Vicente Ruiz Soro, más conocido como el Soro, muy afectado, aseguró que es un día "muy triste" para él, porque despide "a un ser querido".

Para el Soro, Manzanares era "una biblia taurina andante por su delicadeza, sutileza y torería", y ha repetido la "amistad y cariño" que compartía con el diestro alicantino, a quien veía como "un padre".

La misa fue oficiada por el capellán del coso taurino, Felipe Martínez, y al término los familiares y más allegados se han dirigido al cementerio para el entierro, ya sin la presencia de los numerosos medios de comunicación.