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Hay en estos momentos una jefa de cabina de Spanair cuyos sentimientos encontrados deben de ser terribles. Por un lado, alegría por haberse salvado de la catástrofe de Madrid. Por otro, una enorme amargura por haber perdido a sus compañeros, con los que compartió el que fue para ellos su último vuelo. Porque poco menos de seis horas antes de que se convirtiera en un amasijo de chatarra junto a una pista de Barajas, el MD-82 realizó su último trayecto, entre Barcelona y Madrid, y en ese vuelo viajó y trabajó esa jefa de cabina, de la que se desconoce su nombre --la aerolínea no lo quiso revelar a este diario por expreso deseo de la afectada-- pero, a diferencia del resto de la tripulación, ella se bajó del aparato y ya no volvió a subir. Así se salvó.

El avión salió puntual. Eran las 8.55 horas de la mañana cuando el MD-82, de matrícula EC-HFP, que entonces realizaba el vuelo JK 455, despegó del aeropuerto de El Prat. Lo pilotaba el comandante Antonio García Luna y en él viajaban el primer oficial Francisco Javier Mulet, las auxiliares de vuelo Sonsoles Lorenzo, Sonia Rodríguez del Castillo, Susana Marín y la jefa de cabina, o sobrecargo, de nombre desconocido. Menos de seis horas después, toda la tripulación, menos ella, había fallecido al lado de una pista de Barajas.

Durante el trayecto entre Barcelona y Madrid, no hubo ningún incidente. Todo fue normal, como en la inmensa mayoría de los vuelos, y el avión aterrizó en Barajas a las 10.13 horas. La sobrecargo dijo adiós, buenos días , a los pasajeros y se despidió de sus compañeros de tripulación, con el comandante García Luna a la cabeza.

García Luna y el resto de la tripulación se quedaron en el MD- 82 --el comandante y Mulet estarían después a los mandos del aparato cuando se estrelló, mientras que los auxiliares de vuelo estaban en tránsito en el fatal JK 5022--, pero la jefa de cabina se bajó, salvando la vida.