Entra un cliente y suena la voz recia de Isidoro: "Ahí entra don fulano, que seduce a las mujeres y llama de tú al obispo". Bar Adarve, tradicionalismo cacereño por los cuatro costados y don fulano que replica: "La cerveza, si no es completamente helada, no me la pongas". Mediodía de viernes, hora de cañas, tiempo de tapas e Isidoro cerrando el diálogo castizo: "A ver, un vale de Groenlandia para don fulano". Y don fulano que sonríe, que coge la caña y que pide la tapa. "Marchando una de mejillón para don fulano".

Jornada de solidaridad con la costa gallega petroleada. Fusión galaico-extremeña. Isidoro ha cocinado en el Adarve mejillones con una espuma de ibéricos y los cacereños responden pidiendo la tapa y aportando la voluntad. Hasta 4.000 pinchos de mejillón han preparado 16 bares y restaurantes: 200 kilos donados por pescaderías Salgado.

UN FILONAZI EN AROUSA

El 80 % del mejillón mundial se produce en la ría de Arousa. En ella siempre hubo mejillones, pero la miticultura es una actividad muy reciente. El cultivo del mejillón en batea fue introducido en 1948 por Adalbert Laffon, un gigantón de Bretaña exiliado en Carril (Vilagarcía de Arousa) por sus relaciones con el régimen filonazi de Petain.

Laffon revolucionó la ría de Arousa en lo social y en lo económico. Sus cuatro bellas hijas, una de las cuales, Rocío, se casaría con el escritor Luis Martín Santos (autor de Tiempo de Silencio ), introdujeron el bikini en las playas arousanas. Adalbert instaló en las aguas de Vilagarcía las primeras bateas para cultivar ostra y mejillón.

El mejillón gallego sigue presentando unas inmejorables condiciones de calidad, pero el consumidor duda. Para evitar estas vacilaciones, los hosteleros y las instituciones han puesto en marcha esta campaña de solidaridad gastronómica con Galicia.

"El público cacereño no está informado de la iniciativa. Tenemos que ofrecerle nosotros la tapa", apunta Inés apostada tras la barra del Mesón Ibérico . Del techo pende un cartel avisando: "Solidaridad con Galicia". Sobre el mostrador, varias huchas. En el expositor, mejillones con vinagreta, con limón y con bechamel. En los fogones, un arroz con mejillones coge el punto.

"Tengo las manos castigadas tras haber limpiado esta mañana 270 mejillones", comenta Inés sin darle importancia y al gesticular, se distinguen sus manos enrojecidas de camarera solidaria.