Cuando Miguel Fernández terminó Selectividad lo que más le gustaba eran los ordenadores, y se matriculó en Informática. En primer, se desilusionó -"muchas Matemáticas y poca práctica"- y dejó la carrera, situación por la que pasó dos veces más. Uno de cada tres universitarios abandona los estudios. El comportamiento académico de los estudiantes preocupa en el ámbito universitario. La impresión es que se ha ido reduciendo el esfuerzo y los resultados, y hay fallos en el sistema docente.

Los alumnos suspenden cuatro de cada diez créditos de los que se matriculan, faltan a clase con frecuencia o no se evalúan, y el abandono es, en algunas titulaciones, superior al 40%, según el informe "La Universidad en Cifras", de la Conferencia de Rectores (CRUE). Por un lado, se acusa la falta de motivación de los estudiantes y, por otro, no hay ninguna presión sobre el profesorado para que dé cuentas de su programa y sus resultados, explica a EFE el director del estudio, Juan Hernández Armenteros. "Si el alumno no quiere aprender -señala este profesor de Economía de la Universidad de Jaén- por mucho que yo me esfuerce es imposible que obtenga buenos rendimientos, pero también el docente debe reflexionar por qué no consigue un objetivo o por qué los alumnos no progresan".

A TROMPICONES. La trayectoria de Miguel Fernández resume, en muchos casos, las razones del abandono: falta de motivación, de vocación, absentismo y horarios incompatibles con un empleo. En el segundo intento, Miguel optó por una doble titulación: Derecho y Empresariales, por la salida profesional y por seguir la tradición de su padre, abogado. Pero "nunca me gustó mucho estudiar", explica a EFE, y "no me dejaba tiempo para mí, ni para ganar algún dinero". En tercero de carrera hizo un parón de un año para trabajar como comercial en una empresa de Informática. "Viajé y me gustó el trato con la gente".

DESERCIONES. La Universidad sigue perdiendo alumnos. En el curso 2006-07, 228.611 jóvenes ingresaban en los centros públicos, según el informe de la CRUE, al tiempo que otros 92.593 dejaban la carrera. No se sabe cuántos de ellos cambiaron de titulación. El abandono en primer curso se situó en torno al 30% en 17 universidades públicas y en el 55% en la UNED. Tasas "relativamente elevadas", señala el director del informe, aunque hay diferencias: En Ciencias de la Salud, la deserción es del 8%, excepto en Farmacia, con un rendimiento mucho menor y una permanencia mayor de la programada, "porque la mayoría, hijos o familiares de farmacéuticos, tienen el empleo resuelto". En Experimentales y Sociales el abandono está próximo al 30% y en torno al 40% en Humanidades y las titulaciones Técnicas, según Hernández Armenteros.

Todavía un 20% de estudiantes no cursa la carrera deseada -como ejemplo, Biología, Nutrición o Ciencias Ambientales recogen aspirantes a médicos que no alcanzaron la nota- y sólo un 12% estudia fuera de su comunidad. Y puede condicionar el fracaso. La granadina Teresa Rodríguez supo en el primer cuatrimestre que Ambientales no era lo suyo. Se matriculó valorando la oportunidad laboral, porque siempre había querido ser periodista y en Granada no había esa titulación. "Entre Física, Química y Matemáticas, no sabía por donde empezar", recuerda, y abandonó. Al año siguiente se fue a estudiar Periodismo a Murcia y después a Madrid, donde acaba de terminar y trabaja con una beca. "Nunca había sacado tan buenas notas", afirma.

Los alumnos de Comunicación, señala Hernández Armenteros, no tienen tantas expectativas profesionales, pero lo suplen con "ilusión" y obtienen buenas calificaciones. Al igual que Bellas Artes, con un fracaso prácticamente nulo, o Magisterio, una carrera vocacional, corta, y con seguridad en el empleo a medio plazo. Derecho y Economía se eligen por su polivalencia, mientras que en Humanidades el rendimiento es bajísimo. Hay pocas opciones laborales y al alumno no le importa pasar muchos años en la facultad. El gasto corriente para la Administración, por cada uno de estos alumnos, es de unos 5.000 euros, pero "el precio que ellos pagan es bajo", argumenta Hernández Armenteros, y "habría que actuar".