Despunta el siglo XX y la industria naval vive una época de esplendor. Los astilleros irlandeses Harland and Wolff han asumido el colosal reto de construir, casi de forma simultánea, los tres barcos más grandes del planeta: el Olympic , el Britannic y el Titanic . La empresa supone un esfuerzo desmesurado en prácticamente todos los niveles, pero en especial en lo que se refiere a la adquisición de materiales y materias primas. Entre 1911 y 1912, las reuniones de los responsables del proyecto empiezan a girar en torno a la escasez de remaches. Cada barco consumía unos tres millones de tornillos, y cuando llegó el momento de sellar el Titanic casi no había piezas de calidad en el mercado. Entonces, usaron material de segunda.

Lo demás es historia conocida: la majestuosa nave, paradigma del lujo y el progreso, zarpó del puerto de Southampton el 10 de abril de 1912. Estaba previsto que acabara en Nueva York su pomposo viaje inaugural, pero en medio del Atlántico Norte se estrelló con un iceberg; el témpano enorme abrió seis brechas en las placas de estribor a la altura de la proa y la nave se fue a pique en dos horas y media. Es casi seguro que si los astilleros no hubieran empleado remaches baratos el Titanic se habría mantenido a flote más tiempo, el suficiente para esperar la llegada de los barcos de rescate. Muchas de las 1.500 personas que esa noche perdieron la vida habrían sobrevivido.

INVESTIGACION Es lo que sostienen Timothy Foecke y Jennifer Hooper McCarthy, dos científicos estadounidenses que tras 10 años de investigación acaban de publicar un libro en el que revisan las causas de la tragedia. El título de la obra, What really sank the Titanic (Lo que realmente hundió al Titanic ) es todo elocuencia. Con copias de los archivos de Harland and Wolff en la mano y el análisis de 48 remaches recuperados del casco hundido, los dos expertos en metalurgia sostienen que el constructor no solamente echó mano de proveedores dudosos para suplir la escasez de remaches, sino que el hierro que compró para la elaboración de esos tornillos era de calidad B; el que se usó en el Olympic y el Britannic era del tipo A.

"El Titanic se hundió muy rápido, su línea de flotación desapareció bajo el mar y eso se debió sin duda a una mezcla letal de materiales de baja calidad y a las prisas para estrenarlo cuanto antes", manifestó McCarthy. En los archivos del astillero ambos investigadores descubrieron que los responsables de Harland and Wolff encontraron una segunda solución al problema de los remaches: hacerlos de acero. De acero se hicieron los tornillos de la parte central del casco, mientras que el hierro barato se usó en la popa y en la proa. Total: tal vez murieron miles porque las costuras del coloso eran de plastilina.