TEtn Cáceres, a un muchacho se le ha caído una canasta de baloncesto encima, le ha roto el brazo y encima, los mayores del barrio y del ayuntamiento le han llamado vándalo. En Cáceres, si se te cae una canasta, además de hacerte daño, te insultan. Pero claro, el herido era un joven con melena y ya se sabe, en estas ciudades pequeñas, los jóvenes con melena siguen siendo sospechosos. Hagan lo que hagan, pase lo que pase, el peludo y el barbudo siempre tienen la culpa y si no la tienen, se les echa por si acaso. Generación tras generación, una máxima preside el frontispicio de la madurez: "¿A dónde vamos a ir a parar con esta juventud?". Ese es el axioma de nuestros abuelos, y de los abuelos de nuestros abuelos, y nuestro, y de nuestros hijos cuando crezcan y se olviden, como nosotros, de que también un día fueron jóvenes y se les caían encima las canastas y la vida.

No sé si el chaval cacereño se recolgaba de las canastas y tampoco sé si el ayuntamiento vigilaba el buen estado de las instalaciones deportivas, pero sí sé que a un muchacho con el brazo en cabestrillo no se le puede insultar para curarse en salud, o para defender al concejal, o para culpar al herido de su herida y sacudirse así la culpa. En Cáceres hay que andarse con mucho cuidado porque si te pasa algo, en cuanto sales del hospital y lo denuncias, van a por ti. A uno que le cayó encima un cohete, lo acusaron de socialista, a la víctima del canastazo le han llamado vándalo. En cualquier ciudad, los accidentes son desagradables. En Cáceres, lo peor no es el accidente, sino sus secuelas.