Ya se contaba con que pudiera nacer un mercado negro de puntos del carnet de conducir. Ha sucedido en Francia e Italia, donde hace tiempo que ya funciona este sistema, y no es disparatado pensar que lo haga en el país del Lazarillo de Tormes, del Guzmán de Alfarache y del Buscón don Pablos.

El pasado 27 de julio, Pere Navarro, director general de Tráfico, en respuesta a una pregunta sobre la posibilidad de compraventa de puntos en internet admitía que era "probable" que pudiera producirse esta picaresca en el futuro.

Desde esas mismas fechas, han proliferado anuncios como este: "Me han regalado 12 puntos del carnet, si necesitas alguno ponte en contacto conmigo, por 1.000 euros el punto, te vendo los que necesites", colgado por Scaman, de Tarragona, en la sección motor y otros de la web milanuncios.com. Otros se conforman con 250 euros por punto.

La treta consiste en señalar como autor de la infracción de tráfico al vendedor que, a cambio, recibirá del comprador el coste de la multa más el precio que pidió por los puntos que pierde. El vendedor saldrá peor parado, según Rafael Olmos, director del Servei Catalá de Transit, "porque hay una usurpación, se hace pasar por otra persona". Olmos está convencido de que esta práctica fraudulenta fracasará, "porque es peor el remedio que la enfermedad".

Por mucho que hayan aparecido avispados dispuestos a vender los "puntos del carnet de la abuela", todavía no ha podido consumarse ninguna trasferencia. Desde el 1 de julio pueden perderse puntos, pero los plazos del procedimiento hacen que la sanción se demore.

"Necesito dinero, estoy embarazada y no entra en mis planes coger el coche. Pensé que no pasaba nada por vender puntos", indica por teléfono una ofertante que el viernes se anunciaba en el foro de la web euroresidentes.com, retirado ayer. La única compradora, que responde diciendo necesitar desesperadamente puntos, Kilye29, resulta ser una periodista de televisión.

Un asunto policial

La Dirección General de Tráfico (DGT) insiste en que la posible venta es un asunto policial ya que se trata de un negocio "ilegal". Fuentes del organismo recuerdan que las infracciones que no implican la identificación del usuario son las multas de los radares fijos, y las que se pueden interponer en los cascos urbanos, por ejemplo, por aparcar en el carril bus.

Ambas --las únicas en las que el usuario podría teóricamente comprar réditos de forma ilegal-- suponen un porcentaje muy pequeño del total de infracciones que restan puntos.

De cualquier forma, la realidad demuestra que la picaresca está a la orden del día. Antes de que entrara en vigor el sistema sancionador, ya se podían hacer trampas. Por ejemplo, si a un conductor le llegaba a casa una multa que implicaba la retirada temporal del carnet, el infractor podía decir que él no conducía sino otra persona, alguien de confianza que utilice poco el carnet y que le permita hacer la trampa.