TNto debemos despreciar la opción de Talavera. Ya sé que es un aeropuerto que da un poco de risa con ese aire de gasolinera grande, de hangar de Casablanca gestionado por Claude Rains, de pista clandestina de cárteles colombianos, de aeródromo Mogambo en medio de la sabana... Vale, de acuerdo, lo ves y te dan ganas de hacer un chiste con esa carretera de cuatro metros que lleva hasta él, donde se te pone delante un tractor y no llegas al vuelo ni de broma, pero tras las chanzas facilonas, no despreciaría sus ventajas: queda a media hora de Mérida, a 70 minutos de Cáceres y el aparcamiento es gratuito. Es decir, si uno va a Londres, Berlín o Nueva York, paga un suplemento por salir de Badajoz (76 euros a Londres y 94 a Dublín el pasado abril), y se ahorra el viaje a Barajas, el aparcamiento de larga duración (32 euros mínimo) y las colas de embarque.

Hasta no hace mucho, sus aviones daban un poco de yuyu y los precios disparaban el miedo a volar, pero las cosas han cambiado. El reactor de Madrid es un avión serio, el Bombardier que estrena estos días Air Nostrum para volar a Barcelona es de última generación y los precios también empiezan a modernizarse. Hay que mejorar mucho los accesos, plantear nuevos vuelos (¿Mallorca, Bilbao, Valencia?), apostar por su operatividad óptima y convencer a los cacereños de que Talavera no queda tan lejos como parece. Creo que es más interesante un buen aeropuerto regional como Foronda, Lavacolla o Zaragoza que varios aeródromos de chichinabo.

*Periodista