El negro recuento de los desastres ecológicos en Estados Unidos estaba marcado hasta ahora por un nombre, el del petrolero Exxon Valdez ; un año, 1989; y una cifra abrumadora: 262.000 barriles de crudo (o más de 41 millones de litros) vertidos en las aguas de Alaska. Desde ayer, es British Petroleum quien se pone al frente de la infame lista.

Dos equipos de científicos, usando distintas metodologías, confirmaron lo que muchos denunciaban ya: las estimaciones que la petrolera británica había dado hasta ahora sobre la cantidad de crudo que escapa desde el 20 de abril de un pozo submarino en aguas del golfo de México se han quedado muy cortas, y este desastre es ya mayor, posiblemente hasta más de dos veces más, que el del Exxon Valdez .

Frente a los 5.000 barriles u 800.000 litros diarios que BP había anunciado que se fugaban del pozo, los dos grupos de expertos apuntan a entre 12.000 y 19.000 barriles cada día (entre dos millones y tres millones de litros diarios). Y esas cifras son las más conservadoras, alcanzadas tras analizar el crudo en la superficie. En otro de los análisis de los científicos, que ha sido posible realizar una vez que BP les ha facilitado acceso a la cámara colocada justo en el lugar de la fuga, a 1.500 metros de profundidad, los cálculos elevan la cantidad de crudo que escapa cada día hasta los 25.000 barriles.

Los nuevos datos aumentaron la urgencia por frenar el vertido, objetivo que la última técnica probada por BP, llamada top kill , parece camino de conseguir. Aunque es pronto para determinar si esa inyección de fluido pesado y barro que se inició el pasado miércoles ha tenido éxito, el almirante de la Guardia Costera Thad Allen, que está al frente de la respuesta del Gobierno, dio ayer señales de un optimismo moderado.

Según los técnicos, aunque el barro inicialmente era expulsado por el crudo y el gas que circulan a alta presión por el pozo, poco a poco estaba empezando a asentarse, lo que permite prever que, de mantenerse el ritmo de inyección, se logrará vencer a la presión y frenar la fuga.

CRITICAS DE OBAMA La catástrofe, mientras, sigue pasando factura en Washington. Ayer dimitió (o fue forzada a hacerlo) Elizabeth Birnbaum, directora del Servicio de Gestión de Minerales. Y el presidente estadounidense, Barack Obama, que hoy viaja a la zona, fue muy crítico con los fallos de ese departamento en una rueda de prensa, en la que anunció la suspensión de otras perforaciones en alta mar ya en marcha o anunciadas.

Obama aseguró que es el Gobierno quien dirige la reacción a lo que calificó como "un desastre sin precedentes". El presidente criticó a las petroleras por no estar preparadas para los peores escenarios posibles y renovó su apuesta por las energías limpias y renovables, aunque reconoció que, mientras se hace o no la transición hacia esas nuevas energías, Estados Unidos seguirá dependiendo del petróleo.