El día de la matanza, Pere Puig llegó a la obra en la que trabajaba a las ocho de la mañana. Al cabo de 45 minutos, cuando faltaba poco para que sus jefes fueran a desayunar al bar La Cuina de l´Anna, dejó el tajo y cambió sus gastadas ropas de albañil por un flamante uniforme de cazador. Cuando el fiscal le preguntó por qué se había vestido así, la sinceridad de su respuesta dejó sin aliento a los abogados presentes en la declaración: "Porque iba de cacería", replicó. Este fue uno de los muchos detalles de la matanza que Puig relató ayer en el juzgado. El acusado precisó que cuando entró en el bar donde estaban Joan y Angel Tubert, lanzó un grito que nada tenía que ver con la situación. "Manos arriba. Esto es un atraco", bramó. Su explicación también dejó atónitos a los presentes: fue lo único que se le ocurrió para llamar la atención de los clientes del local (que en ese momento estaba lleno) y poder localizar con más facilidad a sus jefes. Tras matarlos con dos disparos de su rifle, subió a su coche y condujo con tranquilidad hasta la oficina de la CAM. Allí repitió la misma estrategia y volvió a gritar la misma frase. Allí no tuvo tanta puntería como en el bar y falló el primer disparo que dirigió contra el subdirector, Rafael Turró. Con el segundo no falló y acto seguido dirigió el arma contra la empleada Anna Pujol.