La cifra de afectados por las peores inundaciones sufridas por el norte de Pakistán desde 1929 continúa incrementándose a medida que pasan los días y la amplitud de los daños va saliendo a la luz. Según Naciones Unidas, alrededor de 3,2 millones de personas --entre ellas 1,4 millones de niños-- han padecido, de alguna u otra forma, las consecuencias de las riadas de los últimos días. Unicamente una pequeña parte de los damnificados ha tenido acceso a la ayuda, debido a los problemas de acceso a la zona siniestrada.

El lunes, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) hizo pública la cifra de 2,5 millones de damnificados, aunque más tarde precisó que únicamente se refería a la provincia de Khyber-Pakhtunkhwa, la más afectada. Los números dados a conocer ayer por la ONU, en cambio, abarcan todo el norte paquistaní.

Las agencias humanitarias han sido movilizadas para intentar llegar al máximo de número personas, pero se quejan de la imposibilidad de sortear, por el momento, los cortes en las carreteras y recorrer las rutas impracticables. "El desafío más importante sigue siendo el acceso a las personas afectadas", explicó la portavoz del Programa Alimentario Mundial (PAM), Emilia Casella. El organismo estima que 700.000 personas se hallan ahora en necesidad de una ayuda humanitaria de urgencia. La principal dificultad reside en la imposbilidad de acceder a las zonas anegadas por el agua, ya que, incluso los helicopteros del ejército paquistaní se han visto imposibilitados para realizar ningún rescate.

Los testimonios apenas podían rememorar ayer, entre lágrimas, lo sucedido. Bibi Gul, sollozando, alimentaba su bebé de siete meses en un campo de desplazados, mientras se preguntaba por el destino que habían corrido dos de su hijos, en el momento en que las aguas arrastraban su hogar en Malikabad, en el distrito de Nowshera.

Su marido, carpintero de profesión, había salido en su búsqueda. "El agua subió de golpe y se llevó todo; no ha resistido nada", explicó. "Cuando las inundaciones tocaron a nuestro pueblo, todo el mundo intentó salvar su propia vida; no sé como nuestros dos hijos han sido arrastrados; todo nuestro ganado ha muerto", indica, mientras sostiene un ventilador en la mano para intentar aliviar el sofocante y húmedo calor reinante.

ZARDARI, EN LA PICOTA Las inundaciones en el norte paquistaní han puesto en entredicho, una vez más, el liderazgo del actual presidente del país, Asif Alí Zardari, y han intensificado la cascada de críticas que afronta el jefe del Estado, viudo de la malograda Benazir Bhutto. Zardari, de gira por Europa, estaba ayer en Francia, donde, además de verse con el presidente Nicolas Sarkozy, visitó a su padre, de vacaciones en la propiedad que la familia posee en Normandía. Hoy debía viajar hasta la capital británica. La oposición y gran parte de la ciudadanía no entiende esta ausencia del presidente del país en uno de los momentos más críticos de los últimos tiempos para Pakistán.