En Wukirhardjo, pequeña aldea en una colina de Java, la ayuda recibida desde el seísmo se reduce a 25 sardinas, 6 cajas de leche y una manta. Nadie sabe cuánto tiempo durará la vida en medio de los escombros. El futuro se resume en una expresión: gotong royong o trabajo comunitario en javanés. Todo el mundo participa en el esfuerzo colectivo cuando la desgracia golpea a uno de de sus habitantes. Pero esta vez, el número de damnificados es enorme.

"¿Cómo lo vamos a hacer?", se pregunta Wagiara, cuya casa no es más que un montón de ruinas. "Tenemos que comprar piedras y ladrillos y no tengo dinero", afirma. "Todo el mundo ha donado, pero la ayuda no ha llegado", añade.

Fisuras inquietantes

Las pérdidas humanas son aquí moderadas. Las casas están alejadas unas de otras y sus habitantes tuvieron tiempo de salir. Pero la frágil economía local sufrirá. Inquietantes fisuras han aparecido en el suelo, que parece a punto de abrirse por completo.

Los 300 habitantes de Karranggede se han cobijado bajo tres tiendas. "El 80% de las casas han sido destruidas y la gente está aquí porque tiene miedo", explica Sigit Kusnadi. No sabe cuánto tiempo deberá vivir allí.