Al menos 32 personas han muerto en el archipiélago portugués de Madeira debido a un violento temporal de lluvia y viento. Miguel Albuquerque, el alcalde de Funchal, informó ayer de que otras 68 personas tuvieron que ser hospitalizadas por lesiones de diversa consideración y hay varios desaparecidos. Madeira, un concurrido destino turístico, se halla a 500 kilómetros de la costa africana. El presidente Aníbal Cavaco Silva apeló a la "solidaridad nacional" con sus habitantes y el Rey Juan Carlos le ofreció la ayuda de España.

Los vientos, que ayer superaron los 100 kilómetros por hora, y las precipitaciones, que llegaron a los 80 litros por metro cuadrado en dos horas, dejaron a su paso un panorama desolador, sobre todo en los barrios altos de Funchal y en Curral das Freira: ríos desbordados, dos puentes quebrados, decenas de coches arrastrados por las aguas, corrimientos de tierra, árboles arrancados de cuajo... "Los daños son incalculables", declararon las autoridades locales. Numerosas viviendas tuvieron que ser desalojadas por inundaciones.

Madeira no solo quedó aislada del exterior al cerrarse el aeropuerto, sino que buena parte de las líneas telefónicas y eléctricas sufrieron cortes de importancia. Según el Instituto Portugués de Meteorología, el temporal empezó el viernes y ayer por la noche se había debilitado.

Mientras, 38 provincias españolas están hoy en alerta, aunque en el nivel de menos riesgo (amarillo), ante la irrupción de un temporal de viento y lluvias, el enésimo de este invierno y el mismo que azotó Madeira.