TLtas carreteras del País Vasco están llenas de coches muertos o heridos. Ves el arcén y aquello parece un happening , una obra de teatro de vanguardia, la sala principal del museo Vostell de Malpartida o algún canchal de los Barruecos con automóvil empotrado. La inquietante experiencia del coche abandonado con las tripas al aire se extiende ya a 8 comunidades autónomas, a varias provincias andaluzas y anuncia su llegada a las vías extremeñas.

La huelga de los gruistas es la mejor campaña de seguridad vial que podría imaginar una agencia publicitaria al servicio de la Dirección General de Tráfico. Uno sabe que hay muchos accidentes, pero la mente se sacude esa idea y prefiere pensar que a ti nunca te pasará, que quienes se matan son siempre los otros. Hasta que vas por la enrevesada autopista que une Santander con Bilbao y cada pocos metros encuentras un vehículo descuajaringado, un coche patas arriba, un utilitario partido por la mitad, una berlina sin morro...

La huelga de grúas asusta mucho más que cualquier spot, valla o panel luminoso. ¡Qué prudencia conduciendo, qué sensatez adelantando, qué respeto a las normas de tráfico! Circular estos días por las carreteras del País Vasco te reconcilia con el sentido común. Esta huelga salvará muchas vidas en la operación retorno porque el homo conductor no teme verse en un hospital, sino ver su coche en el arcén convertido en una obra del movimiento fluxus , en un happening vostelliano, malpartideño y cruel.

*Periodista