El Gobierno acogió ayer con moderado optimismo el relevo del cardenal Rouco al frente de la Conferencia Episcopal y confió en que la elección del obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, propicie un diálogo más fluido con la Iglesia. El jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero telefoneó a Blázquez para felicitarle y ambos acordaron celebrar una reunión breve. "Siempre soy partidario de los cambios, por motivos obvios", dijo Zapatero en alusión a su triunfo electoral hace un año. Fuentes del Gobierno mostraron su esperanza en que con la nueva jerarquía sea más fácil encauzar la relación con la Iglesia, maltrecha ante el anuncio del matrimonio gay y la modificación de la clase de religión. Los sectores progresistas de la Iglesia no disimularon su alegría por el relevo de Rouco y esperanza en su sucesor. Las asociaciones de homosexuales celebraron la salida de Rouco. "Es difícil que pueda haber alguien peor que él. Era un integrista", declaró Beatriz Gimeno, presidenta de la Federación Estatal de Gays y Lesbianas. Sin embargo, la corriente crítica Somos Iglesia recordó que Blázquez destituyó al encargado de pastoral de juventud de Deusto, Aitor Urresti, por defender en un acto público la dignidad de los homosexuales en la Iglesia.