Nunca había sido tan claro José Luis Rodríguez Zapatero sobre el cierre de la central de Garoña. Frente a la campaña lanzada por los sectores pronucleares que le acusan de querer cerrar la planta por trasnochados motivos ideológicos, el presidente del Gobierno dejó claro ayer que su decisión estará dictada por "la seguridad" de una central que "ha llegado al final del periodo para el que fue diseñada" frente a los ±criterios economicistasO que, advirtió, no le condicionarán ni un ápice.

"Comprendo que es más fácil dar una opinión sin tener la última responsabilidad de decir sí a una central nuclear con más de 40 años de vida sin que eso suponga ningún problema", les reprochó a los diputados que, como el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, le acusaron en el Congreso de tomar la decisión con prejuicios ideológicos.

Zapatero también se explayó en el peligro que supone el tratamiento de los residuos y recordó que su máxima es mantener la energía atómica que sea imprescindible para el país, pero siempre bajo las condiciones más exigentes de seguridad. También destacó que hay muy pocas plantas en el mundo a las que se permita operar con más de 40 años. Aunque oficialmente aún no ha tomado la decisión --apurará el plazo legal del 5 de julio--, el presidente ha dejado entrever en varias ocasiones que no permitirá que Garoña se mantenga operativa más allá del 2011, el año de su 40º aniversario.

MOVILIZADOS Horas antes de que hablara Zapatero, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, que encabeza el sector pronuclear del Ejecutivo, lanzó un mensaje parecido, aunque con la vista puesta en los sectores económicos que se movilizan contra el cierre. Dijo que la decisión va a ser solo sobre Garoña, no sobre la energía atómica: "En España, hoy la energía nuclear en su conjunto es insustituible si se quiere garantizar la seguridad del suministro".