China envía al equipo de Zhou Min (Pekín, 1962) para ayudar en las crisis internacionales. Ha estado en Indonesia, Irán y Pakistán. Estos días se aplaude la rapidez de reacción y coraje de los equipos chinos, pero hay sombras sobre sus medios. Zhou acaba de recibir la orden de dejar Yingxiw, una ciudad devastada donde han muerto 7.000 de sus 10.000 habitantes tras el terremoto que ha asolado el país. Muchos siguen enterrados.

--¿No quedan más vivos aquí?

--No. Hoy por ayer hemos sacado a uno al que habíamos localizado hacía tiempo, y ha salido con las piernas y brazos destrozados por las infecciones. Los perros no han encontrado nada en varios días.

--¿Cuál es el mayor problema?

--Ahora, las epidemias por la acumulación de cadáveres. No ha habido aún ningún caso, pero podrían empezar la semana próxima.

--Se ha discutido la calidad de las construcciones chinas. ¿Qué diferencias hay con Pakistán, otro país en desarrollo?

--Esta es una zona pobre y los edificios son viejos. Además, fue el epicentro de un terremoto de intensidad 8 y ha habido réplicas. Y, sin embargo, hay bastantes edificios en pie. El terremoto en Pakistán fue de intensidad 6 y no quedó nada. Las casas son más altas aquí, hay más escombros, pero hemos sacado a más gente porque conocemos las costumbres, dónde está la cocina o el baño. Y hablamos el mismo idioma. Allí nos tenían que traducir del urdu al inglés y después al chino.

--El veto al personal internacional, ¿fue para evitar esos problemas?

--El idioma es clave: lo más eficaz para salvar a gente es la comunicación con la víctima, que te explique dónde está o si hay más gente en la casa. Es mucho más importante que la maquinaria más moderna. Fue una decisión diplomática en la que no entro, pero hay que recordar que sí han venido equipos de Rusia, Japón y Taiwán.

--De haber venido, ¿se habrían rescatado a más víctimas?

--La ayuda internacional solo es eficaz en países pequeños y subdesarrollados. De lo contrario, es preferible movilizar a los equipos internos. Sería absurdo que nosotros nos desplazáramos a Francia. Los tres primeros días son claves para salvar a la gente. Me habría encantado tener a mis colegas internacionales aquí, pero no había tiempo. Llegar a algunos lugares ha sido una odisea. Hemos subido montañas enfangadas, caminado decenas de kilómetros bajo la lluvia y con el equipo a cuestas, porque es nuestra gente la que estaba ahí abajo. No creo que los europeos hubieran hecho eso.

--Entonces, ¿no ha faltado gente?

--No. Tenemos a centenares de miles de bomberos y millones de soldados. Y tenemos también una gran ventaja: China es un país muy grande, pero muy centralizado. Nadie es capaz de movilizar a tanta gente en menos tiempo. Después del tornado de Luisiana, expertos de Estados Unidos vinieron a pedirnos consejo para ganar tiempo de reacción.

--¿China estaba preparada para un terremoto así?

--Tenemos un equipo nacional de 230 personas y 26 equipos provinciales. Son insuficientes para este terremoto, pero nadie puede estar preparado para algo así.

--¿Los equipos de rescate chinos están muy por debajo de los occidentales?

--Casi a la par, tanto en conocimientos como en maquinaria. Tenemos reuniones frecuentes con ellos para aprender. Usamos tecnología europea moderna, aunque los equipos provinciales están algo peor. Vienen expertos suizos tres veces al año para entrenar a nuestros perros.