Solo unos días después de que la tormenta tropical Harvey hiciera estragos en Tejas y Luisiana, dejando un mínimo de 60 muertos y un coste económico que nadie se ha atrevido todavía a cuantificar, Estados Unidos se prepara para afrontar otro fenómeno meteorológico extremo. El huracán Irma, que compite con el Allen (1980) por ser el mayor ciclón registrado nunca en el Atlántico, ha empezado a barrer las islas del Caribe y se espera que golpee el sur de Florida durante el fin de semana. Por el momento, el Irma es de categoría 5, la máxima en la escala de intensidad Saffir-Simpson, y al tocar tierra en Barbuda y la isla de San Martín ha dejado vientos que se acercan a los 300 kilómetros por hora.

El Servicio Nacional de Meteorología de EEUU advirtió ayer de que la tormenta es «extremadamente peligrosa», como atestiguan las primeras informaciones que llegan desde Barbuda, donde habría arrancado tejados y dañado severamente las infraestructuras. La red telefónica se ha caído, dejando a sus cerca de 2.000 habitantes incomunicados. En Antigua, parte de la población pasó la noche del martes al miércoles en los cerca de 40 refugios de la isla. Y en la colonia francesa de San Martín, las autoridades confirmaron que el huracán había destruido «los edificios más resistentes», por lo que se espera que la devastación sea significativa.

Otras islas del Caribe, como La Española, Jamaica o Cuba, están en la trayectoria del Irma. «Hay diferentes escenarios y realmente no sabremos cuál de ellos acabará materializándose hasta un par de días antes», ha dicho el meteorólogo del Centro Nacional de Huracanes Chris Landsea.

En Florida, las autoridades optaron por no esperar y ordenaron la evacuación obligatoria de la población de los Cayos, archipiélago situado al sur de Miami. Se cerraron colegios y cancelaron eventos en el sur del estado, donde la población hacía acopio de comida y gasolina para afrontar la tormenta. El gobernador ordenó a 7.000 miembros de la Guardia Nacional que se movilicen para contribuir a las labores de emergencia en caso de que el huracán toque tierra en Florida.

Los huracanes recargan energía de las aguas cálidas del océano y actualmente las aguas del Caribe atlántico registran una temperatura un grado por encima de lo habitual. Otras tormentas dejaron en el pasado vientos similares a los del Irma, aunque por regla general se concentraron en el Caribe y el golfo de México. En 1990, los vientos del Allen llegaron a alcanzar los 305 kilómetros por hora, mientras los del Wilma (2005) y el Gilbert (1988) rondaron los 297 kilómetros por hora. Anticipándose a los presumibles estragos del huracán, el presidente Donald Trump ha declarado el estado de emergencia en Florida, Puerto Rico y las islas Vírgenes.

INFRAESTRUCTURAS PRECARIAS / La situación es especialmente preocupante en Puerto Rico, un territorio que lleva una década sumido en una acuciante crisis económica, con un Gobierno tan endeudado que ha tenido que declarar varias suspensiones en el pago de su deuda. La crisis ha debilitado sus infraestructuras, haciendo, por ejemplo, que los apagones sean frecuentes y lleguen a pasar semanas antes de que se restablezca la electricidad.

«En Puerto Rico nunca hemos visto una tormenta de semejante magnitud», dijo el gobernador, Ricardo Roselló. «Aunque confiamos en que no tenga un gran impacto, nos estamos preparando para lo que podría ser un acontecimiento catastrófico». La costa es la zona más vulnerable ante la previsión de que el Irma provoque la subida de las mareas.