--¿Por qué hay tan pocos programas de sátira política ?

--Probablemente, porque las teles no tienen ningun interés. Pertenecen a grandes corporaciones que no están interesadas en hacer sátira política. Cuando hicimos en Tele 5 Caiga quien caiga , el espacio se retiró cuando estaba por encima de la media de la cadena. Y en aquella época desaparecieron todos los programas que había, tanto de debate como de sátira política.

--¿Se identifica con su personaje de El intermedio?

--Bastante. El hace todo lo que yo no me atrevo a hacer.

--Los programas quieren satisfacer a todos. ¿Es posible?

--Es muy difícil, pero eso lleva a que las parrillas se hagan homogéneas, porque se intenta imitar lo que funciona y, por desgracia, hay una cosa que funciona, que es la pelea, el insulto. El otro día, por ejemplo, estaba con unos compañeros que trabajaban en Noche Hache y les dieron un dato de audiencia terrible. ´¿Qué ha pasado?´, se preguntaron, y es que en otro programa a esa misma hora se estaban pegando dos señoritas. Todo lo demás se considera de alto riesgo, como la sátira política, por ejemplo, que es complicada y, en el mejor de los casos, da un resultado medio.

--¿Hay tanto mal gusto entre el público como se dice?

--Se puede educar al público en el gusto. Es un proceso de retroalimentación. El problema de fondo es para qué quiere uno las cosas, para qué quiere una cadena de televisión y para qué la monta. Si el fin último es exclusivamente el negocio, es muy peligroso. Hay que entender que las teles privadas no son tales. Les gusta llamarse así, pero es falso, son concesiones de la administración, como las minas. Y tienen unas pautas y unas condiciones que se incumplen sistemáticamente. Sobre todo, en cuanto a contenidos. Una de las funciones de la televisión también es la formación del pueblo, en la cultura, en el gusto, en la ética democrática, y eso se incumple absolutamente. Es grave y preocupante, porque hace que la televisión de baja calidad se retroalimente: la gente recibe basura, que se convierte en la esencia de esa misma gente, que al final acaba por reclamarla.

--¿La división de la audiencia va a permitir que productos diferentes sean rentables?

--Cuanto más se amplíe la oferta es más interesante. Hay un sector del público, que no es tan minoritario, para el que la televisión no hace absolutamente nada. El 90% de la televisión se hace para no más del 30% de los españoles, pero el resto está olvidado por los programadores.