Hay ahora mismo un tema prioritario, un asunto de Estado, que tiene dividida a la audiencia en dos mitades: los que defienden que la tremenda Aída --joya de la quinta ratomaquia Gran hermano (Telecinco)-- debe seguir en la jaula, y los que luchan para que sea expulsada para que vaya dando caña de programa en programa. Es una cuestión de suma importancia. Esta muchacha es un regalo impagable para la productora del programa. Insulta como nadie ("Esto está lleno de macarras", les dice, cada dos por tres, a sus compañeros de jaula). Arroja vasos de agua a Carla con un estilo francamente depurado, mientras le grita con gran crueldad: "Apestas a sudor. Dúchate". Se sienta en la escalera, mira a las criaturas allí desperdigadas, pone cara de asco, y exclama: "Vengo a demostrar lo extraordinaria que soy, ¡ay me encuentro con eso!", y dedicándoles su rictus más despreciativo, añade: "Una rosa siempre destaca entre ortigas". O sea, les deja a todos a la altura de los cardos. También le pega unos meneos a Luhay que lo deja baldado. El otro día le lanzó un insulto en lengua árabe, del que no entendimos ni jota, pero que debió de ser espeluznante porque la brújula que tiene el ceutí para saber donde está La Meca quedó turulata mucho rato, y no señalaba nada.

En suma, es tanta la guerra que está dando esta alhaja, el desprecio y la altivez que de ella dimanan, que ayer llamó una señora al programa de lunes a viernes de Gemma García A tu lado (Telecinco) y advirtió, asustada: "Cuidado, que en los cajones de la cocina hay cuchillos". O sea, pronosticaba una desgracia. Sí, señora, cabe. Y más después de lo que oímos ayer, cuando Aída estaba presa de una enorme rabia. Gritó: "Al Cid le desterraron, sí. Pero luego le recibieron como a un rey!". Ojo: invocar al Cid Campeador desde una postura acorralada es una declaración de guerra a degüello inmediata. Recomiendo no expulsarla. Si encuentra el cuchillo del pan el repunte de audiencia será bárbaro.