Nacida el 3 de agosto de 1979, Evangeline Lilly creció entre baptistas y menonitas, en las praderas de Alberta (Canadá), se ganó la vida como camarera, ayudante de profesor de instituto, profesora de catecismo y azafata de vuelo. Lilly, que no se separa de su Biblia, vivió tres meses como misionera seglar en la jungla de Filipinas y el descanso de la primera temporada de Perdidos lo pasó trabajando con una oenegé en Ruanda. No extraña, pues, que los productores de la serie vieran en ella a la perfecta Kate, dispuesta a ayudar a todo el mundo y que se resiste a irse a la cama con ninguno de sus pretendientes. Luego, escarbando un poco, nos enteramos de que Kate ha robado un banco y se ha llevado por delante a más de uno.

--¿Qué va a pasar con el triángulo de amor-odio que forman Kate, Jack y Sawyer?

--Kate se decide por uno de los dos. Los guionistas, al terminar la segunda temporada, me dijeron quién iba a ser y ahora, leyendo el guión, me doy cuenta de que es justo lo contrario. Supongo que querían evitar que se descubriera el secreto antes de que se iniciara la nueva temporada de la serie.

--¿Con quién le gustaría que terminara Kate?

--Me da igual. Siempre le digo a la gente que es como elegir entre el hermano mayor o el menor. Les quiero a los dos por igual y creo que sus personajes representan los dos lados de las fantasías de una mujer. Nada es blanco o negro, los dos tienen su lado bueno y su lado malo.

--¿Cuál es su teoría sobre los Otros, quiénes son?

--Para mí, representan el otro lado del ser humano, con el que no estamos familiarizados. El propósito de tenerlos en la isla es para mostrarnos que, depende de cómo se miren las cosas, todos podemos ser malos o buenos. Para ellos, nosotros somos los malos. Creen que estamos locos, porque nos hemos hecho daño unos a otros, y nos consideran peligrosos.

--Vivió un tiempo en la selva de Filipinas. ¿Le sirvió esa experiencia a la hora de prepararse para rodar la serie en Hawái?

--Son experiencias muy distintas porque, aunque lo que se ve en la serie es mucha jungla, la realidad es muy distinta. Vivimos rodeados de confort, de lujo y también de estrés. Mi experiencia en Filipinas fue muy distinta. Fui allí para enseñar a leer y a escribir a los indígenas que viven en la isla de Palauan, y a ayudar al equipo médico en una pequeña clínica. Nuestra mayor preocupación en aquel lugar era sobrevivir, tener para comer y un techo bajo el que cobijarnos.

--¿Cómo está afectando la serie en su carrera profesional?

--Mi carrera ha empezado con Perdidos, antes no había hecho más que anuncios. La serie me está abriendo muchas puertas. La cuestión es cuándo, cómo y si quiero traspasarlas. Estoy pasando por una interesante transición en mi vida en la que tengo que decidir si quiero continuar en esta profesión, lo cual no tengo muy claro. Hay una puerta que me atrae, pero veremos si me atrevo a atravesarla.

--¿Qué puerta es esa?

--Cuando acabe la serie me gustaría dedicarme a escribir novelas, historias cortas, cuentos infantiles, guiones, poesía, lo que sea. Me apasiona escribir desde que era pequeña. La considero una actividad terapéutica.

--¿No sueña con ser una estrella de Hollywood?

--En absoluto. Me gusta el anonimato, evito las aglomeraciones porque me dan pánico.

--¿Le da pánico la fama?

--Ese es el lado malo de este trabajo. Al principio era un poco paranoica, porque donde quiera que fuera me seguían los fotógrafos. Cuando empecé a ser reconocida por la calle tenía miedo a salir de casa, pero luego decidí que no iba a ser prisionera de mi propia vida. Ahora me lo tomo con más filosofía.

--¿El trabajo de actriz también le causa pánico?

--Al principio sí, me sentía como pez fuera del agua. Ahora, después de dos años y medio, le he cogido el gusto, ya no me cuesta tanto, y es mucho más excitante ver cómo he ido evolucionando y creciendo como actriz.

--A pesar de ello piensa en hacer otras cosas...

--Soy el ejemplo de aprendiza de todo y a la vez maestra de nada. Me gusta explorar nuevos territorios, porque suponen un desafío. Cuando empiezo a sentirme cómoda en uno o creo que lo voy dominando, entonces busco otro nuevo.