Los creadores españoles de dibujos animados tienen fama en todo el mundo y sus producciones, tanto para la tele como para el cine, se emiten en cadenas de todo el planeta, hasta el punto de que el 70% de sus ingresos provienen del extranjero. Ante esta situación de prestigio en el exterior y desatención en casa, las empresas de animación españolas se han unido para defender sus derechos en Diboos, asociación que ayer se presentó en Madrid.

La primera acción que se han planteado los miembros de Diboos es pedir la inclusión de las producciones de dibujos animados en la nueva ley del audiovisual, de la que hoy será informado el Consejo de Ministros y que se debatirá y aprobará en las próximas semanas.

INDUSTRIA INVISIBLE

"Si no estamos en el proyecto de ley es como si no existiéramos como industria", aseguró ayer Antonio D´Ocón, presidente de la nueva asociación y de la productora D´Ocón Films. El directivo considera que en la situación actual "no podemos competir en el mundo como empresas individuales, y tampoco tenemos acceso al fondo de protección ni a las ventajas fiscales que establecerá la ley".

Diboos denunció ayer una situación de inferioridad en el tratamiento que las televisiones dan a sus producciones. Según sus datos, las cadenas emitieron en el 2005 un total de 12.355 horas de dibujos animados. De ellas, el 36% eran producciones japonesas, el 25% estadounidenses, el 21,5% europeas y tan sólo el 11% españolas. Diboos es la unión de tres asociaciones que reunen a un total de 45 empresas del sector. Según afirmó D´Ocón, "si no hay televisiones invirtiendo, estamos condenados al fracaso".

El responsable de la nueva asociación del sector de la animación lamentó que la nueva normativa que esta mañana llegará al Consejo de Ministros haya eliminado de su último borrador el artículo que obligaba a las televisiones públicas a invertir un 2% en series de animación y documentales españoles. Con el apoyo de la administración pública, señaló Antonio D´Ocón, la animación española logrará ser una referencia en el mundo, "porque solo nos falta un poco de viento en la cola para coger altura", asegura.