Los dibujos cumplen 80 años en China. El alboroto en un estudio de pintura, dirigida en 1926 por los hermanos Wan después de quedar impresionados con los cortos de animación estadounidenses, puso el punto de partida a la animación del gigante asiático.

Hoy, la herencia de aquella primera experiencia se exhibe en la II Feria Internacional de la Animación de Hangzhou (este de China), donde un centenar de productoras muestran sus creaciones a clientes llegados de todo el mundo. Niño Rojo que cuenta la historia del régimen comunista o La escuadra del pinpón , una serie similar a la japonesa Oliver y Benji pero ambientada en el mundo del tenis de mesa son algunos de los productos más llamativos que se pueden contemplar en la ciudad, donde paralelamente y durante seis meses, se celebra la Exposición Internacional del Ocio.

En este encuentro internacional del mundo animado, las productoras del país dejan claro que quieren hacerse un lugar entre las multinacionales. "Ya hemos entrado en Europa y nuestras series se empiezan a vender en Estados Unidos", afirma Wang Wei, director general de Lan Mao ( El gato azul), la compañía más grande del sector en la industria China.

HEREDEROS DE DISNEY

Otro de los productos que se ha presentado en Hangzhou es La pequeña Zhuoma, serie realizada por la compañía Hongyuan Animation con la finalidad de dar a conocer la historia del Tíbet a los niños y niñas chinos. Eso sí, sin mencionar la actual situación política. La región fue ocupada por el Ejército de Liberación Popular de China en 1959.

Uno de los rasgos más comunes en las producciones chinas que estos días se han visionado es la influencia del manga japonés y el estilo mundo feliz de Disney. China, cuna de la imitación a todos los niveles, adapta estos modelos aplicando el tijeretazo de su cultura, aún lejana de ese aperturismo total que está por llegar. Por el momento las historias que más se repiten proceden de las artes marciales que triunfan entre las producciones japonesas, aunque sea quizás a modo de penitencia, después de que una productora nipona se hiciera de oro en los 90 al adaptar la historia épica más célebre de China (La leyenda del Rey Mono) y convertirla en la serie Dragon Ball.

Los dibujos en China se encuentran en un momento en el que la animación digital gana terreno y cada vez hay menos espacio para las empresas pequeñas, que por ahora sobreviven con las subvenciones del Gobierno. "Necesitamos que nos den más oportunidades para usar la imaginación y que los salarios sean mejores", reclama un dibujante que se hace llamar Alias All.

La realidad es que la animación china pretende seguir el modelo de la multinacional americana para iniciar su expansión en otros mercados. Un claro ejemplo es la productora Lan Mao. Esta firma cuenta con 6.000 empresas como clientes y prepara la construcción de un parque temático al estilo Disneyworld en la ciudad de Ghangsha. "Todos los sectores de un parque temático representan una versión idealizada de un tiempo y un lugar de la historia, promoviendo el consumo en lugar de la producción", explica Javier Sánchez, profesor de arquitectura de la Universidad de Alicante, cuya opinión viene a demostrar la teoría de la expansión comercial de la animación del gigante asiático.

De hecho, la misma Exposición Internacional del Ocio es una imitación de la ciudad de Venecia. Y en uno de los canales se homenajea a Asturias con seis pantallas de plasma que proyectan ininterrumpidamente imágenes de Oviedo, ciudad hermanada durante los próximos cinco años con Hangzhou.