La noticia de que una maestra británica ha estado a punto de perder algo más que su trabajo en Sudán porque aceptó la propuesta de sus alumnos de llamar Mahoma a la mascota de la clase, seguro que ha indignado a la mayoría de los ciudadanos del muy culto y racional primer mundo. Pero quizá no nos sorprenda tanto, como demuestra su escaso eco en nuestros laicos y equilibrados medios de comunicación, que un grupo cristiano evangélico, Christian Voice, denunciase a la BBC por emitir la versión teatral de uno de los programas más controvertidos del actual panorama televisivo: El show de Jerry Springer . Vaya por delante que estos ortodoxos --británicos, que no sudaneses-- acaban de perder su larga batalla legal para procesar al director general de la televisión estatal británica, Mark Thompson, por emitir Jerry Springer. The Opera. Este musical es, según el director de Christian Voice, Stephen Green, una blasfemia, además de "ofensivo, rencoroso y una burla de las creencias cristianas".

Jerry Springer.The Opera se basa en el show de Springer en EEUU, un tipo que dirige la versión hollywoodiense de El diario de Patricia : no solo airea miserias de los invitados (infidelidades, desencuentros, rencillas...), sino que provoca el enfrentamiento entre estos pobres de espíritu, peleas que jalea una ávida y cruel claca, mientras intentan poner paz (con controlada eficiencia, claro) los macizos ayudantes de Springer. ¡Y viva el espectáculo! Peripatético, sí, pero da una pasta...

A partir de tan aristotélico show, en el 2003 se ideó el musical en el que Springer (el actor David Soul) baila zapateados con transexuales y miembros del Ku Klux Klan, y dialoga con Jesús y Satanás, entre otros. La obra, un éxito por su acerada y brillante crítica de la springermanía (vivimos para "comer, defecar y ver la tele", corean en el espectáculo), puso de los nervios a Christian Voice.

Pero lo que hizo que realmente pusiera el grito en el cielo (y una denuncia ante el tribunal de la City de Westminster) fue que el 8 de enero del 2005 lo emitiese la BBC. La audiencia únicamente fue aceptable (1,7 millones de personas), pero dejó en ridículo a las 63.000 quejas de ortodoxos que recibió la BBC. Aún hay esperanzas. En España, donde el porno duro campea por las TV locales, sería hipócrita que ultracatólicos criticasen la obra. Pero sí podemos analizar la queja de Green: "Si este espectáculo presentara a Mahoma o Visnú como homosexuales, ridículos e ineficaces, nunca se habría emitido. La BBC no se atrevería a mostrar un programa que pusiera por los suelos la religión de los sijs". Es decir, si existiese una versión teatral de, digamos, Los versos satánicos, ¿lo emitiría TVE? Quizá sería más factible que se viese el show de Springer en Sudán.