Y se levantó Carlos Lozano de ese sillón en el que se espatarra cada noche de los lunes cuando presenta Operación Triunfo (TVE-1), y advirtió con teatralidad postiza: "Ahora que ya han cantado, es el momento de hablar claro y explicar un conflicto". Y nos pasaron la grabación de una de las cámaras secretas que espían a los canarios flauta en la Academia. Y vimos discutir a Vega y a Ainhoa en el pasillo. Y escuchamos que una decía a la otra: "¡Tú me has levantado la mano! ¡Y luego casi me atropellas!".

Y también hicieron salir a Nina, diciendo: "Si yo fuera la protagonista de este vídeo, me sentiría muy mal si todo el mundo supiera cómo he agredido a una persona". Y Lozano, simulando gravedad, remachaba dirigiéndose a los concursantes: "Os hemos puesto el vídeo ahora, al final, porque no lo íbamos a hacer antes de cantar, claro". Y así mucho rato, esforzándose por crear una atmósfera de conflicto donde no había más que una simple, minúscula, discusión sin importancia alguna.

O sea, la Operación Triunfo se inclina. Ya no les basta con expulsar a los malos. Ni con que canten los buenos. Ahora necesitan que haya peleas. Y si no encuentran un conflicto que vender, lo fabrican.

Después del accidente en la escalera, que tanto éxito tuvo, parece que la productora Gestmusic necesita más. Y ha comenzado a escorar el concurso a base de violar la intimidad de Academia. Animo. Vean la ratomaquia cada día. Vayan tomando apuntes.