Con una Sídney partida virtualmente en dos por un muro de seguridad para contener a los manifestantes, el presidente de EEUU, George Bush, insistió ayer en una rueda de prensa conjunta con el primer ministro australiano, John Howard, en que la situación en Irak está mejorando y que esta circunstancia puede hacer posible una reducción de tropas. Las palabras de Bush reafirman las declaraciones del comandante estadounidense en Irak, el general David Petraeus, que insinuó que la reducción podría empezar en marzo. Este repliegue --que algunos en Washington califican de operación cosmética-- es esencial para contentar a los congresistas republicanos de quienes depende que el Congreso, de mayoría demócrata, pueda legislar para cortar las alas de Bush en Irak.

ESCALA SORPRESA En su viaje a Australia para asistir a la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), Bush ya transmitió este mensaje en su escala sorpresa en Irak, y ayer lo reiteró junto a Howard, un fiel aliado de EEUU (tiene 1.500 soldados en Irak y no quiere ni oír hablar de retirada) que se ha visto premiado con un tratado que da a Canberra acceso a secretos militares y tecnológicos de EEUU. Howard y Bush coinciden en todo, incluso en los principales puntos de la agenda de la APEC, que tendrá en la energía, la ampliación, la ronda de Doha y las relaciones comerciales con China sus principales puntos de debate. No opinan lo mismo la amalgama de manifestantes que se han citado en Sídney para protestar contra las políticas de Bush, desde la guerra de Irak hasta las energéticas y las relacionadas con el clima. Por ellos ha preparado Howard un impresionante despliegue de seguridad para asegurar que la cumbre transcurrirá sin problemas.

Sin embargo, y a pesar de que Bush insistió en que los lazos de EEUU con Asia son vitales, la mente del presidente está puesta en la próxima semana, cuando en el Capitolio se dirimirá el devenir de la guerra de Irak.