Imaginemos por un instante que una ministra a la que los periodistas le provocan un cierto ardor de estómago aparece de improviso en el plató de un informativo y, en plena emisión, irrumpe en escena y le arranca el micrófono al presentador para gritar a la cámara que algo que ha dicho el periodista es mentira, al tiempo que va sacudiendo sopapos al informador cada vez que este se le acerca en un infructuoso intento de recuperar el micrófono.

Sí, la verdad es que la escenita de marras es mucho imaginar, incluso para los guionistas más gamberros. Pero ha pasado, en vivo y en directo, en la tele de Venezuela, país que es una mina de titulares jugosos gracias a su histriónico presidente, Hugo Chávez.

Pero en esta ocasión no ha sido Chávez el que la ha armado, sino una diputada chavista de armas tomar, Iris Valera, conocida como La Piojosa (por sus enemigos, claro), y cuya carrera política se caracteriza por su contundente concepción de la dialéctica marxista.

La trifulca televisiva sucedió la pasada semana, cuando la parlamentaria chavista apareció por sorpresa en el plató del programa Café con Azócar , de la TV Regional del Táchira, y exigió el derecho a réplica. Según dijo ella, el director del espacio, Gustavo Azócar, calumnia a su hijo muerto en su libro Historias negras de los próceres rojos, la Comandante Fosforito .

Azócar se negó a darle la palabra (consideró que no tocaba aquel día), y estalló el huracán Iris: entró en el set como elefanta en una cacharrería, destrozó mesa y sillas, arrancó el micrófono a Azócar y entre imprecaciones, gritos y jadeos en la patética lucha por hacerse con el poder (el micro), Azócar se llevó varios guantazos que le partieron las gafas y le amorataron la cara. Eso sí, la iracunda Iris pudo farfullar lo que quiso ante las cámaras sin que nadie osase cortar la señal, o decirle "¡por qué no te callas!", o echarla del plató (tras las cámaras vigilaban sus cuatro fornidos guardaespaldas).

Cuando por fin se cansó de platicar y sacudir al periodista, dejó el plató y convocó una rueda de prensa. ¿Para reconocer que se había pasado un par de pueblos? Pues no, la señora parlamentaria lo hizo para razonar su actuación: "Cualquiera reacciona como yo reaccioné". Tremebundo. Al menos, visto desde aquí. Sí, es verdad que tenemos una tele capaz de cualquier barrabasada por la audiencia, pero parece difícil que, hoy por hoy, veamos un barriobajero pressing catch entre una diputada y un periodista.

Pero, en el caso de que esto llegase a suceder en un plató español (es un suponer), ¿se debería emitir? ¿Aportaría algo a la convivencia? Espero que nunca nos encontremos ante este dilema.