Hubo un tiempo en el que encender la televisión en Semana Santa era estar dispuesto, sí o sí, a ver una película dedicada a la vida y obra de Cristo o de algún otro personaje bíblico. Hubo un tiempo en el que los contenidos más picantes desaparecían de la parrilla para no ofender a los creyentes. Ahora, ese tiempo se ha acabado. Los programas subidos de tono no tienen reparos para seguir llegando a su audiencia, mientras que los filmes religiosos han ido perdiendo relevancia con los años. Durante la Semana Santa pasada --más allá de las noticias y reportajes sobre procesiones pasadas por agua y la emisión de algunas misas--, las televisiones generalistas programaron solamente cuatro largometrajes de este tipo (Quo Vadis, Ben-Hur, La Pasión y Barrabás ). Lejos, muy lejos, de los más de 10 que se podían ver en el 2000.

REPETICIONES

Películas como La Biblia: José, Las sandalias del pescador, El cáliz de plata, y David y Betsabé tienen cada vez menos espacio en las televisiones. No se puede esconder que este ocaso no desagrada a millones de espectadores cansados de las machaconas repeticiones de año tras año.