Nunca se había visto duelo más reñido. Ni nunca nos podíamos imaginar que la tremenda Merceditas, gran maitresse de la ratomaquia de Gran hermano (jueves, Telecinco), acabaría casi noqueada por una de sus pupilas. Ha sido un combate hermosísimo. Por primera vez, Merceditas tuvo que defender su puesto de trabajo como presentadora del concurso porque la primera expulsada, Aida, intentaba arrebatárselo pertrechada con recursos escénicos muy bien aprendidos.

Su repertorio fue magnífico. Merceditas le lanzaba una pregunta, y Aida era, en efecto, el muro de Berlín: se la devolvía con más fuerza todavía. Mandaba, templaba, miraba a las cámaras y las absorbía, lanzaba largos y entusiásticos monólogos sobre sí misma, y para pasmo de académicos, Aida usaba cultas expresiones del más hermoso castellano antiguo. Decía, por ejemplo, "asín" , no como vulgarismo, sino como tributo a aquellos lingüistas de la corte de Alfonso X y Sancho IV que tanto hicieron por rescatar de las cantigas este adverbial modismo. También usó el teatral "cierto es", en lugar del corriente "es cierto". Y la Milá, maravillada, le decía: "Hija, parece que hacemos La venganza de Don Mendo . Pero era otra venganza la que allí se interpretaba: era la venganza de Aida. Como mínimo igualó a Merceditas en desparpajo, en lingüística, en historia ("A Juana de Arco la quemaron, pero ha pasado a la posteridad como heroína", dijo refiriéndose a sí misma) y en dominio del jardín televisivo. Y hasta cuando Merceditas le lanzó el golpe bajo: "Han dicho de tí que eres puta", Aida supo encontrar el verso para trance tan duro. Exclamó entonces la expulsada: "Se justifica quien lo es. Ese es el tributo que paga una persona luchadora, inteligente y vistosa como yo". Seamos caseros: pongamos combate nulo para que la Milá retenga el título. Pero ojo. Aida se ha desvelado como una criatura televisiva de primera. Tiemble Merceditas: como presentadora de la ratomaquia, ya tiene heredera.