--Su personaje es una rebelde. ¿Era así cuando iba al colegio?

--¡No! Era bastante buena estudiante y deportista. En la escuela siempre hay tentaciones y oportunidades para ir a sitios que tus padres no quieren que vayas. Pero me portaba bien.

--¿Qué opinión le merece Nueva York, la ciudad de la serie?

--Es sorprendente. Está llena de cultura, arte, música, buenos restaurantes. En la serie, Nueva York es como un personaje más.

--Un personaje glamuroso, como todo lo que rodea Gossip girl. ¿Su vida también es así?

--No del todo... Me siento un poco como Vanessa. Ella es el personaje con el que es más fácil relacionarse. Es cierto que el porcentaje de gente que vive ese estilo de vida lujoso en el Upper East Side de Nueva York (el barrio de la serie) es muy pequeño... Cuando mis amigos vieron los primeros episodios, me dijeron: "La gente no vive así, con docenas de bolsos y limusina para ir a la escuela".

--Pero seguro que no se resiste a salir de compras.

--Toco con los pies en la tierra. Pero sí, soy fan de la ropa vintage . Desde siempre he ido a tiendas de ropa usada. Me gusta la moda, pero disfruto dándole mi toque personal. Creo que la parte sexi de la moda es tomar lo que te gusta. Desde que trabajo en la serie, me he abierto más a la moda de calidad, pero combino las dos cosas.

--¿Cree que si la gente hablara más a la cara sobre sus problemas habría menos cotilleos (gossip, en inglés)?

--El cotilleo puede herir. Hablar a la cara podría cortar los rumores de raíz. Pero claro, los chicos son chicos y el chafardeo es chafardeo. Eso no va a cambiar. Y con la tecnología, SMS, MySpace, Twitter..., la gente quiere saber de los otros. Por eso creo que el show funciona. Da la gente una hora sin preocupaciones.

--¿Cómo mantiene su vida privada lejos de los comentarios?

--Trato de apartar de mi lado a la gente de la que no te fías. A veces es difícil, porque suelo ser confiada y siempre doy el beneficio de la duda. Una cosa que me ha dado el éxito es que tienes que aprender en quién confiar.