Eso le preguntó la otra noche Chus Lampreave, por teléfono, a Miguel Gila. Y el humorista, desde el cielo, contestó: "Malo no es el hombre, pero está en las nubes". Buen homenaje el que le rindieron los cómicos de El club de la comedia, el jueves, a Miguel Gila (Haz el amor y no la guerra, Tele 5). Todos con camisa roja, todos al teléfono, todos hablando de la guerra. No sabemos qué diría hoy Gila de la guerra, si estuviera entre nosotros. Quizá en lugar de llamar al frente y decir aquello de: "Que se ponga el enemigo", diría: "Que se ponga Bush". Y a lo mejor añadiría: "Que se ponga también Jóse Mari , su lazarillo". O sea, haría el humorista lo que la oposición no hace: evitar que el que nos ha metido en la bélica ignominia se vaya de rositas. Haría lo que hizo el senador Edward Kennedy el jueves, en declaraciones a la NBC: avergonzarse de las mentiras en las que el presidente de su país se escudó para hacer una guerra ilegal, injusta e inútil. O sea, haría Gila con su teléfono lo que siempre hizo: guerra a la guerra y a los que la impulsan, a base de matarlos de risa. Ahora, más que nunca, necesitamos a Gila. Sobre todo desde que Dios, y el PSOE, están en las nubes.

Vacaciones marcianas. El despido, la última frase, de Javier Sardá antes de irse de vacaciones la dedicó a la crítica. Dijo: "Las críticas ayudan... a ir de vientre". ¡Ah! tomo como un piropo esta interesante apreciación. No sabíamos que el Emperador del Container iba estreñido. Me cabe el honor de haber ayudado a aliviar los atascos de basura de su intestino. Dijo que regresaba en septiembre, "si la autoridad lo permite". Delicioso: o regresa con más millones todavía, o se retira como víctima. Será un héroe rarísimo: cubierto de oro, en mitad de la mugre.