Tres años en el Zurbarán han dado mucho de sí para Blanca, la profesora más insegura e idealista de la serie Física o Química (Antena 3 TV), que se ha ganado el respeto de los alumnos. Este papel es el que ha dado a conocer a Cecilia Freire (Madrid, 1981), que ya había aparecido en las series La vida de Rita (TVE-1) y Tirando a dar (Tele 5). En el cine, nos ha hecho reír con filmes como Mortadelo y Filemón. Misión: salvar la Tierra; 8 citas; y Sin vergüenza.

--No le han tocado alumnos fáciles a Blanca, su personaje...

--Es que en la vida real todo es mucho más complicado, por eso hay profesores que se dan de baja. En la serie, incluso hay casos que están edulcorados para que haya un final feliz. Pasa eso de que la realidad supera a la ficción. Lo único es que en Física o Química todo está condensado y un día en este instituto parecen 100 en cualquier otro.

--¿Usted tiene tanta paciencia como Blanca?

--Me encantaría, pero yo soy más malhumorada y pasional. El hecho de que Blanca sea tan maternal también tiene desventajas, ya que hace que a veces deje de velar por sus intereses y creo que, desgraciadamente, en el mundo real se la comerían.

--¿No cree que su personaje siempre ha vivido a la sombra de Irene (Blanca Romero)?

--Para nada. Cada una tiene su estilo y cuando Blanca le tiene que decir algo a su amiga se lo dice. Lo que sí que ha vivido es a la sombra de tanto libro. Ella ha tenido una adolescencia de estudiar mucho y salir poco, y ese mundo interior la enriquece y la hace especial. Lo único que le falta es un poco de picardía.

--¿Por fin va a tener Blanca suerte en el amor?

--Pero es que ella ha atraído a muchos hombres desde el primer momento. Esa cosa pura e infantil que tiene hace que sea muy angelical y dulce, y eso le gusta al sexo contrario. Estoy convencida de que el hecho de que sea como de otro siglo en sus costumbres no hace que sea menos atractiva.

--Pero la temporada pasada se llevó una decepción con Miguel (Michel Brown) y, en cambio, ahora hay dos hombres con los que tiene un feeling especial, Martín (José Manuel Seda) y Berto (Alex Barahona)...

--Sí, para eso está la vida. Uno aprende de sus errores y aun así sigue apostando, y eso es lo que le pasa a Blanca. El que le hayan hecho daño no significa que no se vaya a volver a enamorar.

--¿Le está sirviendo su papel para entender mejor el trabajo de los profesores?

--Sí, sobre todo he comprendido mejor a los profesores que a mí me dieron clase. Un maestro, si es bueno, te marca para toda la vida y puede ayudarte a descubrir una vocación.

--¿Cómo se le daban a usted las clases?

--Yo fui una muy mala estudiante. Tuve una adolescencia muy tonta y ahora es como una especie de castigo que estoy pagando viendo la realidad desde su punto de vista y con una clase llena de chavales que no te hacen caso, que te increpan y te retan a llegar a tu límite.

--Vamos, que nunca se planteó dedicarse a la enseñanza...

--Para nada. En mi época de adolescente, los profesores eran el bando contrario, el enemigo. No empatizaba ni un ápice con ellos. Por eso digo que ha habido una especie de justicia poética que ha hecho que ahora me tenga que poner en su piel. Una vez vi a un exprofesor mío por la calle y le expliqué que ahora sabía por lo que pasaban, aunque fuera una cosa que escribían los guionistas, y le pedí perdón.

--¿Tiene miedo a que la encasillen en este tipo de personajes?

--No. Sí que me han ofrecido personajes de mujeres frágiles y con problemas en algún momento, pero hasta ahora me han tratado bien y me han dado retos.