--¿Qué siente al haber perdido tantos oyentes respecto a hace un año?

--Esos resultados no son comparables, porque esa pérdida habría que imputársela a la etapa de Paco González y Pepe Domingo Castaño. No se pueden comparar manzanas con chirimoyas. El único o último referente que tenemos es el del pasado junio, que es cuando yo cojo Carrusel con unos datos. Y a esos me tengo que remitir. La pérdida de la que usted habla hace referencia a la última etapa de ellos al frente de Carrusel .

--¿Y cuál es la suya?

--En los tres o cuatro meses que llevo al frente, estamos hablando de una pérdida de apenas ciento y pico mil los domingos y 230.000 los sábados, que hasta cierto punto es lógica. En cuanto al mismo momento del año pasado, hay que tener en cuenta que en esos meses y en los seis primeros meses de este año el director era Paco. Tendría que preguntarle a él cuál es la valoración que hace de esa pérdida sufrida en esos meses.

--¿Por qué dice que la bajada imputable a usted es lógica?

--Porque viene dada por un sorprendente ruido en el ambiente alimentado por muchos medios, que se han encargado de magnificarlo. Pero estoy muy satisfecho, porque en mitad de ese ruido llegábamos un grupo nuevo a Carrusel y creo que estando, como estábamos, en un presunta situación de debilidad... Es para estar contentos.

--¿Qué le parece que Tiempo de juego haya duplicado sus datos de audiencia?

--Paco y Pepe han sido siempre dos grandes profesionales. Si lo eran en la SER ¡cómo no lo iban a ser en otra cadena! Sí es verdad que partían de una cota muy baja, pero no es menos cierto que seguimos estando a una distancia muy importante. Espero aumentarla.

--Pero la tendencia que marca el EGM es preocupante...

--Es que se está comparando a alguien que tenía 400.000, y al que le es más fácil duplicar, con alguien que tenía casi dos millones. Si duplicáramos 1,9 millones, nos quedaríamos con todos los oyentes. Un EGM no es una tendencia. Y una oleada es solo una oleada. Esta no es una carrera de 100 metros, sino de 10.000. En realidad es un maratón, y vengo dispuesto a correrlo.