Después de diversas entrevistas celebrando el éxito de su trasplante hepático --de lo que me alegro sinceramente--, Raphael está siendo entrevistado de nuevo estos días para celebrar que ha sacado nuevo disco y que ya canta otra vez como pájaro tamborilero. Hombre, aunque es verdad que todo el que se gana la vida cantando no puede ser malo intrínsicamente, este regreso del Raphael cantante en casa lo hemos celebrado menos. El miércoles, La Primera de Televisión Española le dedicó todo el prime time enchufándonos la grabación del recital que días atrás había dado en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Fue una explosión de amiguismo en toda regla, a menos que todas las noches de los miércoles haga TVE, a partir de ahora, recitales con cada uno de los cientos de buenos cantantes que hay en el país, además de las operaciones triunfo correspondientes.

Lo más preocupante de este regreso del cantante es lo que declaró en Lo + plus (Canal Plus). Dijo, eufórico: "Se me habían olvidado los falsetes. Ahora los he recuperado y me salen estupendos". O sea, vuelve con los falsetes renovados. Aterrador.

El ridículo --. Después de Artur Mas (candidato de Convergencia i Unio a la Generalitat de Cataluña), nuestro colega Carlos Dávila le hizo El tercer grado (La 2) al socialista y candidato Pasqual Maragall. Al final de la entrevista, con un punto de esperanza, preguntó: "Señor Maragall ¿de verdad cree usted que el presidente de España es un ser ridículo?". O sea, aspiraba el periodista a que el político retirase su apreciación. Pero el exalcalde de Barcelona contestó: "Un ser ridículo no lo sé, pero que en política ha hecho el ridículo, seguro". ¡Ah!, el dolor de Dávila, lejos de amainar, aumentó.