La epopeya de Perdidos bajó el telón ayer de forma simultánea en todo el mundo con un final impropio de los sublimes prólogos y epílogos de las primeras cinco temporadas, y un flaco favor a la edad de oro de las series de televisión. Perdidos respondió a una expectación planetaria sin precedentes con una mezcla de lo más cursi de Ghost (recuerden, Patrick Swayze y Demi Moore) y lo más insultante de El sueño de Pamela Ewing, aquel episodio de Dallas con el que los guionistas trataron de salir del galimatías por la burda trampa de convertir en sueño toda una temporada, o sea, a lo Serrano.

Tres antecedentes pendían sobre Damon Lindelof y Carlton Cuse, responsables de la serie, como una espada amenazante. Primero, el desatino final de Expediente X. Segundo, el morrocotudo enfado que desencadenó el minuto que cerró Los Soprano. Tercero, el declive que acompañó a Twin Peaks tras el altamente adictivo arranque que concibió David Lynch para la serie de culto. Perdidos tenía la aspiración de superar como rompecabezas los secretos de Laura Palmer y, claro, resolverlos.

Una ola de confusión sacudió ayer a los espectadores que en unas partes del mundo madrugaron y, en otras, trasnocharon. Internet iba ayer llena de comentarios de desapego, de conjeturas y (los menos) de agradecimiento por todo lo bueno que sí tuvo la serie, sobre todo en sus primeras tres temporadas. Esa, tal vez, sea su gran herencia.

MIEDO BIBLICO

Perdidos deja para la historia de la televisión imágenes imborrables. Por elegir una, no al azar, sirve la hipnótica desaparición de la isla en el episodio final de la cuarta temporada. La isla era para muchos de los adictos a Perdidos el personaje principal de la serie, un reinventado edén en el que Abel y Caín eternizaban su disputa entre el bien y el mal. ¿Era Jacob un Abel moderno y el humo negro una metáfora de la bíblica quijada de burro? Parece como si a los guionistas el miedo a la puritana sociedad estadounidense les hubiera atenazado súbitamente.

Epílogo exclusivo para quienes ya hayan visto el desenlace: los pasajeros del vuelo 815 de Oceanic Airlines murieron en un momento indeterminado de la serie. ¿Cuando estalló la bomba? Tal vez. Pero no solo murieron ellos. Murió la serie.