De repente, un dolor profundo ha invadido el Glam (Hotel Glam , T-5). ¡Ah!, qué compungidos están. Y qué airados también. La causa es Aznar. La crítica sobre la telebasura que formuló el presidente les ha tocado de lleno. El jueves se plantaron Malena y Yola ante las cámaras, y dirigiéndose al jefe del Gobierno le formularon una rogativa piadosa. Fue muy hermoso. Dijo Malena, haciendo un mohín de sentida contrariedad: "No somos basura, señor Aznar. Somos personas. Sepa que yo misma tengo un crucifijo que era de mi abuela. Y no hacemos nada malo. Hacemos, por ejemplo, gimnasia. Y también manualidades para niños pequeños", y mostró unas cartulinas de colores, para que viese el presidente la delicadeza infantil de su arte pictórico.

Yola, por su parte, expresó el deseo de poder estrechar la mano de la reina Sofía --Malena había pedido estrechar la del señor Aznar y la de la señora Botella-- y ambas allí plantadas, temblándoles su admirable y bien recauchutada humanidad por la emoción de dirigirse a tan alta instancia del Gobierno, acabaron tendiendo un puente, un lazo amical con la Moncloa, diciendo que le van a mandar al presidente un ejemplar del disco del Glam, el que comienza diciendo: "Es una lata el trabajar". Es un gesto de buena voluntad que merece ser tenido en cuenta. En cambio, lo de Aramís Fuster fue diferente.

Ella también salió al paso de la crítica presidencial. Y como es bruja, y sabe arrear escobazos contundentes, se levantó del sofá y exclamó: "Estos programas no son basura. Hacen reír y le quitan la pena a la gente. La pena de haber participado en una guerra que no queremos", y un estruendo de aplausos rubricó su intervención.