En esto del Hotel Glam (Tele 5), como en el camarote de los hermanos Marx, siempre cabe más madera. En este caso, leña. Esta semana hemos visto cómo han ido entrando virutas desgajadas de otras fábricas del contrachapado audiovisual. Por ejemplo, aquel exratoncito de la primera ratomaquia, aquel simpático ejemplar de pino gallego llamado Israel. También han metido, con calzador, a Chonchi Alonso, señora que estuvo machihembrada muchos años al humorista Pajares.

Asimismo ha penetrado en la pensión un hermoso tronco venezolano, Lino Martone, acreditado ejemplar de la industria del corcho de muchos culebrones latinochés. Y finalmente, Pocholo, que es puro serrín que esparce el viento. O sea, que este programa puede durar, tranquilamente, lo que dura la fórmica, que es eterna.

Lo más interesante de la semana, no obstante, ha sido la Diada de Sant Jordi del Glam . Triunfó Juan Miguel, el peluquero, deambulando por las paradas de libros con americana rosa, y en las instalaciones del Trofeo Godó, en donde se puso a buscar --con buen olfato y mejor criterio-- pelotas de tenis en la profundidad del canalillo del frontis de Malena.

Bodas de señoras --. Animados por la efeméride que ocurrió el viernes en Barcelona, en cuyo ayuntamiento se celebró la primera boda entre dos señoras, aquella misma noche, en Tómbola (C-9 de Valencia y C-12 de Vía Digital), sacaron a Noemí y Raquel, las dos exratoncitas de Gran Hermano que también se han constituido en pareja.

Contaron que todavía quedan restos de dinosaurios en la ciudad, espíritus intolerantes: "Cuando vamos a las discotecas nos miran con asco".

Pero en general viven bien. Relató Noemí que, gracias a la fama que le ha dado la tele, ha podido cumplir sus tres deseos: "Poseer un reloj Gucci, pasar una noche en el Hotel Arts y circular con un descapotable". Un consuelo.