Cinco años después de estrenarse la primera edición alemana de Gran hermano , su creadores iniciaron la pasada semana una nueva aventura audiovisual que desata no poca controversia: el encierro de por vida de 15 personas, en una pequeña aldea construida a tal efecto, de 25.000 metros cuadrados y situado en la localidad de Ossendorf, cerca de Colonia.

Aunque la idea pueda ser descabellada, la expectación que se creó antes del estreno fue espectacular (hubo 26.000 solicitudes de participantes). Y tras la primera semana de emisión se ha corroborado este interés: RTL-2, una pequeña cadena alemana, que suele tener una cuota del 7% en la franja de edad de 14 a 49 años (la más interesante para los publicistas), ha triplicado sus audiencias con este GH eterno al llegar al 19,7% de cuota. La televisión digital Premiere también dedica un canal especial, que ofrece las 24 horas al día. Así, y como dijo la directiva de RTL-2 Katia Hofem-Best, el espacio durará "eternamente", o mientras tenga el apoyo del espectador.

La aldea se construyó en tres meses de trabajo y la comunidad de concursantes disponen de una plaza, viviendas, una iglesia, zona de trabajo, campos deportivos y un bar. En todas partes están vigilados a través de 100 cámaras y 60 micrófonos. Todo el campo estará aislado con un sistema de seguridad según las más estrictas normas de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN) y unos 300 guardias y empleados cuidarán para que nadie intente introducirse.

La idea del nuevo GH es que los participantes lleven una vida lo más normal posible divididos en tres estamentos, ricos, normales y pobres, que vivirán separados y que determina sus trabajos en la aldea. Así, se ha construido una villa de lujo, de 200 metros cuadrados, un sistema de casas pareadas de clase media de 60 metros y pequeñas viviendas de sólo 30 metros cuadrados de una sola habitación. Además, no tienen agua caliente corriente y deben usar leña para calentar el agua o el horno.

UN MILLON DE EUROS

También hay un sistema de competencia interna, sobre la base de establecer metas para cada semana. Los premios (que suman más de un millón de euros al año) se dan en base a la posición social que cada uno represente. Así, se premia la creatividad y el esfuerzo personal y se fomenta el ascenso social, con concursos y desafíos especiales.