El concertista Narciso Yepes, el hombre que le añadió cuatro cuerdas a la guitarra, se comprometió a ser entrevistado por Luis del Olmo en su programa y a tocar en el mismo una pieza. Pero Yepes llegó sin guitarra. El maestro ignoraba que su profesionalidad era idéntica a la de Luis del Olmo. Y así comenzó la entrevista:

--Maestro, ¿ha traído usted su guitarra?

--No.

--Pues se acabó la entrevista.

El tren, la locomotora de vapor, siempre será para algunos lo mejor de su infancia. Sobre todo, cuando esas locomotoras se llamaban Mikado o Confederación. Llegaron los aviones, pero el tren sigue ahí: en un andén de la memoria. El tren sigue siendo el género literario que mejor explica la infancia, los sueños, las despedidas y las biografías de ciertos ganadores, los que decidieron ser lo que son. Por ejemplo, Luis del Olmo.

Este hombre alto, tímido y gritón, que hoy celebrará en Zaragoza sus 10.000 programas de radio, nació en la ferroviaria Ponferrada, León. Nació con el don de una voz espectacular y una generosidad que no todos conocen. Y, si se le observa bien, si se comprueba que tras su aparente prepotencia se esconde un tímido, se comprueba, también, que tiene el mismo perfil físico que aquel Johnny Cash, el hombre de negro, cuya guitarra cantó al ferrocarril.

Hijo de jefe de estación, Luis del Olmo pudo acabar de ingeniero de minas, pero se plantó en el periodismo. La intención minera probablemente tuvo que ver con la línea Villablino-Ponferrada. Los trenes que circulaban por la misma transportaban el carbón de las cuencas del Sil.

HIJO DEL FERROCARRIL

Luis del Olmo es un producto del ferrocarril, de la minería, de aquella geografía del orujo madrugador y la boina digna. Geografía, microclima mediterráneo allá arriba, gentes de mirada frontal y estómago capaz de enfrentarse al botillo y a los pimientos bercianos asados. Los paisajes ferroviarios siempre han dado gentes más interiores que exteriores.

El hombre que tronó cierta mañana, el hombre que llamó pequeño talibán de sacristía a un turolense amargo, que ha sabido hacer negocio de su amargura, estudió en el Instituto Gil y Carrasco de Ponferrada. Nada extraño, pues, que uno de sus personajes de ficción favoritos sea El señor de Bembibre, aquel don Alvaro que se enamoró de Beatriz, hija única y heredera de don Alonso Osorio.

Fue en el aparato de radio de un vecino, el único aparato de Ponferrada, quizá un Telefunken, donde a Luis del Olmo se le despertó la vocación de preguntar y escuchar. Fue junto a aquel aparato de radio que le nació el periodismo. Debutó en Radio Ponferrada, claro. Y de Ponferrada llegó a Barcelona pasando antes por Madrid, que entonces era Boby Deglané y aquel chileno, Raúl Matas, que le puso dulzura a la radio; una radio que estaba hecha con avecrem, Alberto Oliveras, Joaquín Soler Serrano, coñac y terlenka, la nueva fibra.

INVENTOR DE MAÑANAS

Reconozcámoslo en voz alta. La radio española de las mañanas la inventó Luis del Olmo. Todos le han robado la cartera. Hasta las tertulias fueron un invento de este hombre a quien le gustan las rancheras, el golf y la canción Mediterráneo de Serrat. O sea, que el gran protagonista se pone bajo la ducha en plan Pedro Vargas y, como el rey de la ranchera, asegura que no tiene trono ni reina, ni nadie que le comprenda, pero sigue siendo el rey. Y este rey ha sabido atraerse hasta su micrófono a gentes de espuela tan rotunda y distinta como Manuel Vázquez Montalbán en lo rojo y la copla, y aquel Jaime Capmany en lo azul y el dominó. Luego, las vedetes se sacan un zapato en su programa, se lo tiran al exyerno de un marqués, y le dan sin querer a José Luis Coll, que era el viudo de Tip. Pero ese tacón airado lo compensa con la presencia de Montserrat Caballé. O con la de Severo Ochoa.

Luis del Olmo aprendió en Soler Serrano que la vida va en serio. Por eso, cuando le llegó la fama, trabajó mucho más, pero invirtió en él mismo. Las empresas se suelen cansar de sus mejores empleados y las famas no siempre se llevan bien con jubilaciones y crepúsculos.

UN TIPO SOLIDARIO

La generosidad es una de las cualidades que mejor esconde este leonés, casado con una mujer, Mercedes, a la que siempre tiene en cuenta. Se sabe que es solidario, pero se ignora que es generoso. Pocos saben que cuando Soler Serrano entró en las brumas y tuvo dificultades para encontrar residencia, uno de los primeros que arrimó el hombro fue Luis del Olmo. Pocos saben que también se ocupó de los estudios de los hijos del guardia municipal, Juan Miguel Gervilla, asesinado por el comando de ETA que, minutos antes, había intentado atentar contra él.

Que sean unas manzanas reinetas, rey Luis.