Desde que Manuel Campo Vidal fue elegido presidente de la Academia de Televisión, más de 100 nuevos nombres del medio se han incorporado al organismo que agrupa a los profesionales de televisión. Ahora, la Academia comienza a dar sus frutos.

--Los primeros meses en el cargo parece que no van mal.

--El crecimiento de socios ha sido del 14% con respecto a los que había antes, pero no solo el número es importante, sino, sobre todo, su significado. Entre los nuevos asociados figuran, por ejemplo, Maurizio Carlotti, consejero delegado de Antena 3 TV; Rafael Camacho, director general de RTVA. En el área de gente que sale en pantalla, pienso en profesionales como Luis Mariñas o Susana Griso.

--¿Eso indica que mejoran las relaciones con las privadas?

--Estamos en ese proceso, aunque tampoco andaban demasiado bien con TVE. Pero es significativa la gente que ha acudido a la última reunión del consejo de la Academia, que reúne a los socios académicos con los institucionales. Acudieron Javier Pons, José Miguel Contreras y Francesc Escribano; Elena Sánchez, de Cuatro; Alex Martínez Roig, director de Digital+, y Tedy Bautista, de la Fundación Autor, que se había marchado y ha vuelto. En marzo tenemos una conversación prevista con Tele 5.

--¿Significa que este año se retransmitirá la gala de los premios de la Academia?

--Tengo la impresión y la esperanza de que este año se televisarán dos programas de la Academia. Para el primero, que queremos dedicar al décimo aniversario de la fundación de la Academia, ya estamos negociando con las autonómicas para esta primavera. La gala tradicional de nuestros premios, que sería en otoño, nos gustaría mucho que fuera en otra cadena.

--¿Cuáles son los objetivos de esa refundación en la que está?

--Entendemos que la Academia debe constituirse sin complejos en un lobi en defensa de la televisión, porque es la única institución en la que pueden darse cita los profesionales, las televisiones --sean públicas o privadas-- y las productoras. La Academia puede representar de una forma genérica e institucional los intereses de la televisión.

--¿Eso implica una pretensión de influencia en las medidas que se tomen o las leyes que propogan?

--Desde luego, y lo asumimos. Lo que no tiene sentido es que el Gobierno, cuando habla de constituir una agencia audiovisual, solo lo consulte con la Academia del Cine. Por supuesto que es para influir, pero eso no nos produce ningún complejo, entendiendo siempre que somos profesionales y que no tenemos que discutir si es el 6% o el 7% lo que se destina de contribución al cine, pero sí queremos influir en la toma de decisiones. Queremos enviar un mensaje de reconocimiento al público del servicio que hace la televisión y de la calidad que se puede encontrar, que es mejorable, desde luego, pero existe.

--La televisión tiene mala fama...

--Si se ven esos resúmenes que se dan de lo más escandaloso y soez que se emite, la verdad es que dices: "Pues vaya, cómo está la tele". Pero esos son los momentos menos edificantes, que no son un reflejo total.

--¿Y cómo se contrarresta?

--Solo el hecho de transmitir el mensaje de que queremos y defendemos la existencia de una televisión de calidad tiene efectos beneficiosos. Por ejemplo, con el desgraciado caso de Erika Ortiz, la televisión estuvo en cierta medida contenida. Que en general las cadenas se mostraran moderadas hizo que los que se sobrepasaron tuvieran que corregirse. El veterano comentarista de la realeza que dijo que la princesa no estuvo en el piso donde falleció su hermana rectificó. En un clima de errores eso habría pasado desapercibido.