El miércoles invitó Florentino Fernández a Ibáñez Serrador, alias Don Chicho (El show de Flo , TVE-1). O sea, un homenaje a un hombre que pasa por ser un maestro del arte televisivo. Le pusieron grabaciones de sus viejos éxitos, como aquel famoso Un, dos, tres , concurso del que salieron azafatas célebres: Victoria Abril, Agata Lis y Nina, sin ir más lejos. A esta última la recordó así: "Fue una explosión catalana. Pero no supo coger el empuje del 3Un, dos, tres . Bueno, no cabe afligirse. Ahora Nina ha aprendido: sólo hay que ver con qué empuje ha agarrado Operación triunfo .

Pero lo más meditable de la aparición de Don Chicho fue cuando le pusieron en el vídeo retazos de aquella chirigota suya llamada El semáforo . ¡Ah!, escogieron una actuación de Cañita Brava y José Faílde, la esperpéntica pareja de la que con tanta saña se reía el público. Y el sabio televisivo, recordándolo, dijo: "Después de eso, los freaks han ido apareciendo continuamente en la tele". O sea, que el acreditado Ibáñez Serrador reclamaba para sí la paternidad de esa práctica de agarrar a Manolitos Po-Zí , y haciendo befa de su peripatética existencia, hacerles creer que triunfan. Si no sintiésemos por Don Chicho un respeto tan profundo, francamente, le afearíamos paternidad tan reprochable y horrible.

Recuerdo de Carrero --. Se sentó Carlos Dávila el miércoles ante Paul Preston (El tercer grado , La 2). Comentaron la biografía que sobre el Rey acaba de publicar este historiador. Fue una conversación poco interesante, llena de lances sabidos. Ninguna novedad, ni siquiera en el terreno del cotilleo regio. Pero tuvo Dávila, de pronto, un rapto de los suyos, y advirtió con regocijo: "En su libro, el almirante Carrero no sale tan mal parado, ¿verdad Paul?". Y Paul contestó: "Personalmente dudo de que Carrero hubiese facilitado la democracia". Tremendo: Dávila tuvo un disgusto.