Hay señoras con carácter que de repente dejan a los forenses con un palmo de narices. Es el caso de María Jiménez. En la última edición de Salsa rosa (sábado, Tele 5) se prestó ella --suponemos que a cambio de un puñado de euros-- a que le hicieran la autopsia allí mismo. Pero le escarbaron de pronto en una víscera que ella no permitió: su hijo.

"Aquí he venido a hablar sólo de mí", exclamó como una fiera. Y no valió intentar persuadirla con el argumento: "La primera que sacó lo de tu hijo fuiste tú". No lo aceptó. Respondió: "Pues ahora no me da la gana. Adiós". Y se marchó dejando plantada a la brigada allí presente.

Es curioso, dos o tres días antes también Pilar Rahola se marchó, enfadada, del corrillo de Ana Rosa Quintana (A-3 TV). Me lo contó ella misma cuando la encontré, al día siguiente, en Ona Catalana. Estaba encendida. Al parecer, se había conformado un clima muy facha aquel día en Sabor a ti . Y la Rahola decidió levantarse e irse. ¡Ah!, son estimables estos golpes de carácter de señoras tan tremendas. Reconfortan. Pero lo más hermoso --como ya demostró Apeles tiempo atrás, cuando hacía sonoros mutis teatrales abandonando los platós-- es que cuando uno se marcha de la tele en señal de protesta no tarda en volver.

A Pilar la volvimos a ver en Sabor a ti a las 24 o 48 horas de aquello. Y a María la volveremos a ver enseguida, no lo duden, en cualquier programa similar que se tercie. ¡Cómo tira la tele, sí señoras!.