Y con la vergüenza que está cayendo en TVE, salió ayer por la tarde Parada en Cine de barrio (TVE-1) y dijo: "La gente ya no se pregunta qué película echamos los sábados. Sólo dice: ¿qué tendremos para merendar?" Y ayer tarde, para merendar, tenían un surtido de ostras, gambas, cigalas, nécoras... una mariscada magnífica que pasaron los comensales a ruspirse zamparse mientras Carmen Sevilla, chupándole la cabeza a un langostino, decía: "¡Qué poderío tiene TVE, qué poderío!" Sí señora, le asiste la razón más absoluta. Hoy el poderío de TVE consiste en las sabatinas mariscadas que Parada organiza. Comen a dos carrillos. Y de vez en cuando, entre nécora y gambita, eructan vivas a Galicia porque a la vista del marisco se acuerdan, un momentito, del chapapote de los hilillos de plastilina. A la audiencia, en cambio, TVE nos sirve otro tipo de condumio. El de la manipulación. El de la opacidad. El de la censura de los que protestan. El de la vergüenza de sus informativos transformados en pura megafonía al servicio de Fraga, de Bush, y de la cara más oscura de un gobierno que se hunde, como el Prestige . Sigan eructando. Llegará el día en que, tras tanto marisco ingerido, habrá que evacuar y tirar de la cadena. Ante las urnas.

Aramis. El miércoles en el programa de Jordi González (Corazón abierto , Telecinco) lo tremendo fue que, al concluir Pedro Ruiz en La 2, le dimos de nuevo al mando, sin querer, y apareció Aramís Fuster espatarrada. Qué mazazo, señorías. Grabada con cámara oculta, decía la bruja: "El Rey y yo hemos comido en mi casa, sobre la alfombra. Un picnic. Venía en moto. Yo le llamo Juanito". Y entre la brigada de dinamiteros de la víscera, vimos a Ricardito Bofill con gorrita. ¡Dios mío!.