Jordi Évole vuelve hoy a La Sexta con un misterioso Salvados (21.30 horas) del que no se ha querido desvelar su contenido. Solo que se titula Uno de cada cinco. El periodista catalán explica las razones y adelanta los próximos asuntos que tratará el programa.

-¿Por qué han optado por ocultar el contenido del primer programa?

-Cuando estábamos haciendo el reportaje, nos dimos cuenta de que era un tema que socialmente se ocultaba porque nos cuesta hablar de él. Por eso, se nos ocurrió hacer lo mismo para promocionarlo. Es una buena forma de que el espectador se siente sin prejuicios ante ese tema. Es algo que nos afecta y nos ha afectado, si no directamente, sí a través de un familiar que nos ha hecho tenerlo cerca.

-Debe de haber ya mucha sintonía entre el programa y sus seguidores como para pretender que se sienten a verlo sin saber de qué va…

-Igual no viene nadie a vernos (ríe). Llevamos 10 años conociéndonos con los espectadores y creo que hay un punto de confianza mutua. Es una fórmula arriesgada para promocionar un programa, pero si no lo hacemos ahora no lo haremos nunca.

-¿Qué temas serán los siguientes?

-Hablaremos de un problema de salud alimentaria relacionado con la industria cárnica. Ante el oscurantismo de esta industria, que no nos ha dejado acceder a ninguna instalación, nos colamos en una granja de madrugada y pudimos grabar la condiciones animales. La sorpresa fue muy desagradable. De ese programa va a salir perjudicada una gran empresa cárnica española.

-¿No será Campofrío...?

-Es una empresa que se anuncia en nuestra cadena.

-¿Y no han presionado a La Sexta?

-A día de hoy, no. Pero quedan diez días para emitirlo. Ya le diré…

-¿Algún tema más?

-Vamos a hablar del odio que se ha instalado en las redes sociales. Cada día nos toca linchar a alguien. Y vamos a hacer un encuentro de dos comunicadores que estuvieron enfrentados mucho tiempo. Por primera vez veremos juntos a De la Morena y José María García.

-¿Cree que estos temas ayudarán a desintoxicar a la gente del monotema catalán?

-A ver si lo conseguimos. Me temo que en algún momento volveremos a caer en el monotema, pero vamos a intentar salirnos de ese bucle que monopoliza el 75% de la información. A mí me encantaría volver a entrevistar a Puigdemont.

-¿Lo ha intentado?

-Sí, pero no ha sido posible de momento. Él se niega.

-¿Y qué motivos le han dado?

-Ninguno. No me han llegado las razones, pero soy muy de picar piedra. De la entrevista que le hice en septiembre a la que le podemos hacer ahora ha habido muchos cambios.

-¿No será que Puigdemont quedó un poco en evidencia y no se atreve a repetir la experiencia?

-No me dijo eso. Igual lo piensa y no me lo ha dicho por educación. Pero sé que ha habido gente de su entorno que no quedó nada contenta con la entrevista. Por parte de él no he recibido ese feed back. Cuando hablé con él tras emitirse le vi bien.

-¿Ha intentado entrevistar a Junqueras en la cárcel?

-Sí, pero sabemos por experiencia que la política de Instituciones Penitenciarias es negarse en redondo a entrevistas en prisión. Es curioso, porque en los 90 recuerdo un espacio de Jesús Quintero que entrevistaba a presos. Hemos ido para atrás.

-¿Qué daría usted por poder moderar un cara a cara entre Rajoy y Puigdemont?

-Les invitaría a una buena calçotada. No lo sé. Creo que sería interesante no ya solo periodísticamente, sino para que la ciudadanía viese que dos políticos en las antípodas se sientan, conversan y discrepan. A veces pienso que seguir en esta situación de tensión constante igual les conviene. Mientras se habla de Cataluña no se habla de Gürtel.

-Un famoso humorista me confesaba que muchos días se levantaba «cansado de ser catalán». ¿Le sucede a usted algo parecido?

-A mí no me cansa ser catalán. Pero lo que me cansa es que vayas donde vayas te pregunten del tema. Me resulto muy cansino hablando de eso, pero ya no digo a nivel público sino en una cena, por ejemplo. Cuando sale el tema pienso que ya hemos entrado en el bucle. Eso a veces me agota.

-¿De cuál de sus últimos programas está más orgulloso?

-Hay muchos que te satisfacen plenamente, sobre todo cuando tocas una tecla que al poder le joroba. Eso es lo más gratificante. Por ejemplo, cuando vimos a Juan Cotino contra las cuerdas en el programa del metro de Valencia, que tuvo muchas consecuencias para él. O cuando te pones al lado de un colectivo que lo está pasando mal y al que le das visibilidad.

-Su entrevista a Maduro provocó discrepancias: unos decían que usted había estado demasiado blando y otros que había estado tan incisivo como siempre. ¿Con quiénes está de acuerdo?

-Ya no voy a entrar en lo que opina la gente de lo que hacemos porque creo que estamos últimamente demasiado pendientes de la grada o las redes. Empieza a ser un poco nocivo para nosotros porque te puede condicionar hasta el extremo de que no acabes haciendo lo que quieres. Eso me parece muy peligroso.

-¿Se suele ver otra vez sus entrevistas cuando son polémicas?

-No. Las veo solo el día de emisión. Yo no he vuelto a ver la entrevista de Puigdemont, por ejemplo.

-¿Qué van a hacer para celebrar el décimo aniversario?

-Es posible que hagamos un Salvados especial, pero con un espacio de la competencia. Sería como una fusión, pero costará poner de acuerdo a las teles.