Brays Efe tiene mucho de Paquita Salas, la hilarante y entrañable representante de intérpretes cuya homónima serie ha puesto su nombre en el mapa audiovisual español. O al revés: es Paquita la que tiene mucho de Brays, pues al fin y al cabo fue él quien la creó en compañía de Los Javis, con quienes acaba de estrenar la segunda temporada en Netflix.

-¿Siente vértigo?

-Siento que el presupuesto es mayor, nada más. La primera temporada la rodamos en ocho días y para la segunda hemos tenido tres semanas. Aquélla la estrenamos sin ninguna promoción, pensando que igual no nos veía nadie, y ahora nos han montado una campaña de prensa espectacular y la serie llegará a 190 países. El otro día aluciné con una foto mía que había en el metro de Madrid. Ocupaba todo el túnel, me mareaba de verla. Salvo eso, todo está igual.

-¿Igual?

-Sí. Desde el guion al montaje, pasando por el rodaje, todos hemos puesto mucho empeño en mantenernos al margen de lo de Netflix y seguir trabajando como al principio, sin perder lo que nos llevó a hacer esta serie: montar una reunión de amigos, reírnos y pasárnoslo bien. La novedad es que ahora la fiesta la paga Netflix (carcajadas).

-Hay muchas expectativas puestas en ustedes.

-Todos esos factores son ajenos a la serie. Técnicamente hemos crecido, pero los rasgos de la primera temporada continúan ahora. Mismo número de capítulos, cinco; misma duración, 30 minutos; misma forma de trabajar, muy abiertos a la improvisación en los rodajes, y mismo planteamiento, consistente en seguir el viaje de Paquita.

-¿Qué cambios experimenta en esta temporada?

-La segunda temporada tiene un punto más oscuro y melodramático, permitirá conocer a Paquita más en profundidad, pero con el tono de comedia de antes y con multitud de situaciones divertidísimas y sorprendentes. Si creíais que Paquita había tocado fondo en la primera parte, esperad a ver la segunda.

-¿Rodar una serie así es tan descacharrante como verla?

-Sí, porque los Javis provocan que en los rodajes ocurra de todo, aunque si te ríes, los que sufren son los técnicos, porque hay que repetir la secuencia, y tampoco es plan. Los mejores chistes y las mayores barbaridades que dijimos en el set no han llegado al montaje final porque eran demasiado bestias. Nadie imagina lo que me he reído con Yolanda Ramos delante y detrás de las cámaras.

-¿La comedia es su salsa?

-Sí, soy más de comedia que de drama, pero me gusta la comedia que tiene un fondo emocional. Una de mis películas favoritas es El apartamento, tan cómica, pero también tan hiperdramática, con el tema del desamor, el suicidio y todo eso. Alguien me decía el otro día que una de las claves de Paquita es que te ríes tanto con ella que cuando menos te lo esperas, te la meten doblada. La comedia que cuenta dramas llega al corazón.

-¿Paquita le ha cambiado a usted la vida?

-Totalmente. Sobre todo, me la han cambiado los fans y han hablado tan bien de ella, hasta llevarla a donde está. Pero ojo: yo sigo siendo el mismo. Es mi vida la que ha cambiado por culpa de Paquita.

-No está mal para una serie que no conoce el mando de la tele.

-El consumo de televisión ha cambiado y eso también se nota en nuestra relación con los fans. Ahora hay algo íntimo y cercano que antes no existía. Quizá sea porque ahora vemos series en el autobús, en la calle, en la cama… Yo mismo, sin ir más lejos, me he visto La casa de papel tirado en la cama antes de dormir, abrazándola como si fuera mi novio. Por cierto, estoy enamoradísimo de Jaime Lorente, el actor que da vida a Denver, que lo sepa.

-¿Se ve siendo mujer de nuevo?

-Después de un personaje femenino tan singular como Paquita, creo que sería raro, pero tampoco lo descarto. Me han propuesto hacer de Rita Barberá. El biopic, ¿se imagina? ¡Otra mujer increíble! (carcajadas).