Ha llegado el espot de Freixenet. O sea, se acaban de inaugurar las fiestas de Navidad. Vibraba el lunes por la noche Carlos Lozano en el plató de Operación Triunfo (TVE-1). Dijo, excitado: "Hacemos una pausa. ¡No se pierdan el anuncio más esperado del año, el de Freixenet!", y se agitaba emocionado dando paso al primer corte publicitario. Interesante conjunto de marcas. Aunque asimétrico en sus resultados. La operación triunfo de la acreditada firma de Sant Sadurní vende más botellas de cava, en un mes, que todas las ventas de discos de Bisbal, Chenoa y Bustamante, sumadas. Cruda realidad la del mercado. Del espot, lo más hermoso, fue esa imagen, ese plano, del racimo de uvas dorado: se acerca la cámara a los granos y se ve que en su interior, en lugar de las pepitas, se encuentran las señoritas-burbuja habituales, recostadas en posición fetal. Es un golpe poético y delicado. Entronca este ejercicio publicitario con el show que presenta Lozano. Los canarios flauta del programa, bien mirados, no son otra cosa que burbujas arracimadas en una Academia musical, a la espera de salir disparadas hacia la eurovisiva fama. En humildad, también les gana el cava. La Operación Triunfo de Lozano tiene la vista puesta en Riga, el 24 de mayo, día del magno festival. La Operación Freixenet, en cambio, sólo aspira a un modesto y asequible descorche en la intimidad familiar. Con ánimo, eso sí, de colmar la sed universal.

Sólo Hilario y Angels se arremangan. De entre todas las primeras espadas que presentan informativos, sólo Hilario Pino y Angels Barceló (Telecinco) están en Galicia. No les ha importado que el fuel manchase sus zapatos. Ayer vimos a Hilario en Arousa, navegando contra el viento y el engrudo. Son la élite.