Poema narrativo extenso, de elevado estilo, acción grande y pública, personajes heroicos o de suma importancia, y en el cual interviene lo sobrenatural o maravilloso (exactamente como define epopeya el diccionario de la RAEI) es Perdidos, serie de culto y de moda en EEUU que hoy cierra su tercera temporada en la norteamericana ABC y, gracias a las grietas que en el negocio audiovisual abre internet, también en España. Para los que no estén en la red, TVE ha anunciado que en las próximas semana emitirá esta tercera entrega.

He aquí una muy breve síntesis para los que desconozcan qué es Perdidos, pues su paso por las teles españolas (sufrió primero el maltrato horario de TVE-1 y cayó después en el atomizado mundo de las cadenas digitales) no ha ayudado a saborear una de las series más inteligentes de la historia. Ahí va: un avión de la ficticia Oceanic Airlines cae en una no cartografiada isla del Pacífico y extrañamente sobreviven una cuarentena larga de personas que, sin saberlo, tienen pasados entrelazados. Como obra coral que es, la vida de cada personaje es por si sola una historia, pero la protagonista principal puede que sea la isla, fuente inagotable de secretos (tiene más habitantes) y de fenómenos paranormales.

¿Saben lo que es un McGuffin? Es una palabra que inventó Alfred Hitchcock para definir cualquier excusa argumental, por absurda que sea, que sirva para mover a los personajes de un lado para otro. Por ejemplo, la fórmula matemática en Cortina rasgada. Perdidos es, en ese sentido, un McGuffin tras otro. No se ha resuelto un misterio y aparecen dos más. A esta alturas, la serie es ya un cubo de Rubik de 100 caras; de ahí que la tele que osó producir la serie (el episodio piloto costó 11 millones de dólares) ha anunciado ya que a Perdidos (Lost, en inglés) le quedan tres temporadas más. Terminará en el 2010.

BUENAS NOTICIAS

El anuncio ha sido bien recibido entre los fans. Los foros en internet bullen estos días. "¡Guau!, es como saber cuándo vas a morir", escribía en www.lost-media.com alguien con el alias Strider1002, que se confesaba en estado de "shock".

Los culpables de que Strider1002 y otros miles de lostmaníacos más hagan tan entusiastas elogios son Damon Lindelof y Carlton Cuse, productores ejecutivos del guión. Suyo es el éxito de reunir a más de 15 millones de espectadores frente a los televisores de EEUU en la primera temporada. Pero también han comprobado cómo la audiencia de la tercera ha sufrido un serio recorte.

Tal vez la explicación es que Perdidos ha roto tantos moldes que se ha convertido en un producto casi incompatible con las parrillas televisivas. Perderse un capítulo es perder el hilo de la trama, pero, sobre todo, una dosis semanal ha resultado insuficiente cuando la adicción es alta. De ahí, probablemente, su éxito en España a través de internet. Los capítulos emitidos en EEUU los miércoles están disponibles, con perfectos subtítulos, los jueves en España. La serie se acumula en los discos duros de los ordenadores personales de los internautas y, llegado el día, se organizan visionados de varios capítulos de una tacada. Así sí se disfruta, y no como dicta la ABC. La conclusión es que Lindelof y Cuse parecen haber dado con una fórmula magistral que traspasa fronteras. ¿Con qué ingredientes?

FILOSOFOS Y LIBROS

Perdidos es un milhojas. La capa superior son las vivencias de los personajes, sus idas y venidas y, de vez en cuando, la aparición de un personaje nuevo (el último cayó en paracaídas). Las capas inferiores son la infinidad de guiños al espectador que se suceden en los distintos capítulos.

Varios de los personajes tienen nombre de filósofos célebres (Rousseau, Hume, Burke, Bakunin...). Hasta la fecha no parece que sea crucial en la resolución de los enigmas, pero no ha pasado inadvertido.

Más singular aún resulta el caso de las novelas que lee en las playas de la isla uno de los protagonistas con más gancho, Sawyer. Solo con el botón pause es posible capturar la imagen de la portada de los libros, y son legión los que lo han hecho. Ello ha dado pie a curiosos casos de inesperado merchandising. Así ocurrió cuando se le vio leer El tercer policía, de Flann O´Brien. En los siguientes días a la emisión del capítulo se vendieron 10.000 ejemplares del libro en EEUU, solo por si ahí estaba la respuesta del gran sudoku de Perdidos. No estaba. De hecho, si la hay, no se sabrá hasta el 2010.