Antonio Banderas encarna al pintor malagueño Pablo Picasso en la ambiciosa serie del canal de pago National Geographic Channel Genius: Picasso.

-¿Se ha llegado a identificar con Picasso?

-No, yo creo que soy mucho más cauto y más cobarde. Picasso no, el era un tío de una honestidad dañina, tremenda. Era un hombre que no mató nunca al niño que llevaba dentro y eso produjo muchos daños colaterales. Pero también era un hombre muy valiente que nunca buscó el aplauso, jamás… Es extraordinario en ese sentido. Pintó para él y, sin embargo, llego a tanta gente… Fue considerado un dios por sus coetáneos, incluso por Matisse, con el que conservó una gran amistad hasta el final… También le gustaba mucho el juego, sobre todo con las mujeres, el juego de la seducción, que hoy probablemente se malinterpretaría… Pero, en cualquiera de los casos, yo creo sinceramente que no se ha hecho una serie para glorificarlo, sino simplemente para exponer al ser humano que hay detrás del gran artista que fue, y el juicio probablemente venga por parte del público. Nosotros no deberíamos establecernos en ese papel, porque sería un gran error, que nos llevaría a interpretar al personaje hacia un lugar específico, y eso no se puede hacer. Hay que mostrar los hechos, lo que hizo y lo que dijo. Está todo ahí. ¿Por qué lo hizo y por qué lo dijo? Eso es opinión abierta.

-Ha hecho comedia, acción, drama… ¿Qué le queda por hacer?

-Quiero dirigir más. He dirigido en dos ocasiones, pero no he hecho la película que quiero. Esas dos anteriores se basaban en novelas, y ahora estoy escribiendo mucho, porque quiero relatar el universo como yo lo veo, las relaciones entre los seres humanos, las cosas que a mí me interesan y en eso estoy ahora. Quiero seguir viviendo y trabajando, y mucho... Y mire, en eso sí que me parezco a Picasso: él no paraba, no paraba, era una máquina de trabajar. El trabajo para él era sagrado. Cuando encontraba distracciones se volvía muy frenético. Era muy neurótico en ese sentido, tenía entonces que escaparse, largarse o echar a la gente de su casa. Los niños le volvían loco, aunque los quería mucho. E incluso con su relación con las mujeres también era muy especial. No es que le aburrieran, pero cuando él notaba que se estaba, digamos…, aburguesando, tenía que buscar excitación, algo nuevo, que es una idea que repite mucho en la serie, algo nuevo… Y eso es peligroso.

-¿Se suma al trasvase de estrellas a la pequeña pantalla?

-La televisión ha cambiado. En las últimas dos décadas ha vivido un giro espectacular, probablemente también debido a los avances tecnológicos, que son bastante accesibles para el gran público, y ha hecho que tengamos cines en casa. Y eso ha provocado que las series se hayan convertido en elementos muy importantes, y que muchos guionistas se hayan ido a la tele, y con ellos directores, actores… Pero no es mi objetivo. Lo que yo quiero ahora es tocar un terreno que es el nacimiento mío como actor: el teatro. Por eso he comprado uno en Málaga, que empezaré a arreglar en junio… Creo que me voy a arruinar… Pero, de repente, el teatro ha cobrado un sentido extraordinario, ya que ahora en la tele y el cine, con la tecnología, nos preguntamos continuamente si es real o no es real. Pero el teatro, después de 3.000 y pico de años, sigue siendo básico: ellos y nosotros, y no hay nada en medio, y eso es precioso. Y hay un talento joven en Málaga que me interesa mucho.

-O sea, actor, director, guionista, y también productor teatral...

-Sí, voy a hacer dos salas en el teatro, una con 700 localidades dedicado al teatro, no tanto comercial como consagrado, de Tenesse Williams o Buero Vallejo, y otra sala de 250 localidades para las voces nuevas, para nuevos dramaturgos. Queremos provocar que la gente joven se ponga a escribir, gente que sepa contar historias, quiero nuevos directores nuevos actores y quiero que se fogueen allí. Como no lo voy a poder pagar con las taquillas, porque son muy limitadas, y no quiero ni un duro público, voy a tener que contar con espónsors. Y en eso estoy, tratando de convencer al personal de que lo que le estoy ofreciendo es la leche.