Pablo Derqui (Barcelona, 1976) ha visto cómo coinciden en antena dos de sus últimos trabajos: la desasosegante Los ojos de Julia en las salas de cine y la aguerrida Hispania en Antena 3 TV, en la que su personaje, Héctor, no duda en traicionar a los suyos por dinero. El actor, que asegura que nunca dejará el teatro, ya se había labrado un camino en la pequeña pantalla en series como El síndrome de Ulises .

--Suele interpretar a personajes ambiguos, con una doble cara. ¿Por qué cree que le dan este tipo de papeles?

--No lo sé, pero no ha sido premeditado. Supongo que a los directores de casting les daré ese perfil. En televisión estamos acostumbrados a un cierto maniqueísmo moral: los personajes buenos son muy buenos y los malos, muy malos. Yo soy más partidario de los claroscuros, de los grises. Y si tengo que elegir entre blanco o negro, me quedo con el negro.

--A la hora de trabajar, ¿hace distinciones entre los medios?

--Mi casa es el teatro, me he formado allí. Ahora he empezado a tocar más el cine, y tengo ganas de crecer en él. La tele es algo intermedio. Implica solvencia. En ella se nota más el oficio de los actores. El callo que coges con la pequeña pantalla es muy bueno.

--Centrándonos en Hispania, ¿Héctor es tan traicionero por lo que le ha tocado vivir o por su propia naturaleza?

--Yo creo que Héctor es el único de los personajes que tiene los pies en el suelo, el que se da cuenta de que cinco hispanos no van a poder con una legión romana de 5.000 hombres. Más que un cobarde y un codicioso, yo diría que es alguien práctico. Funciona por necesidad, más que por ideales.

--O sea que también tiene algunas virtudes...

--Cuando trabajé con el director para diseñar a Héctor, la idea era que, para la historia, era necesario un personaje que le diera tensión a la trama. Así que está bien que haya un malo, pero debía tener una dimensión humana, para que el espectador se sintiera mínimamente identificado con él. De hecho, Héctor tiene sentimientos encontrados. Delata a sus compañeros por dinero, pero también tiene un apego sentimental a su hermano, y no quiere traicionarlo. Ese conflicto enriquece al personaje.

--Confiese. Antes de coger el guión, ¿sabía quién era Viriato?

--Solo me sonaba, pero esa parte de la historia la tenía bastante arrinconada en el cerebro. Lo que pasa es que en la serie se toman muchísimas licencias.

--No se venden como una serie histórica...

--Ni mucho menos. De ahí el título: Hispania, la leyenda . Una leyenda es eso, una mezcla de historia e imaginación. Evidentemente hay pretensión de que haya una verosimilitud crónica, pero los anacronismos tampoco nos hacen saltar ampollas. Por ejemplo, en la época en la que se ambienta la producción, Hispania como tal no existía.

--Pero supongo que, tras unirse al reparto, habrá repasado los libros de historia.

--En lo que más he profundizado es en la polémica sobre si Viriato nació en Extremadura o en Portugal. Cada uno dice una cosa distinta.

--Hispania no es su primera producción de época. Ya participó en Expulsados 1609, la tragedia de los moriscos. ¿Le interesa la historia? Porque estudió Humanidades...

--Sí, aunque me metí en Humanidades más por la filosofía. La historia me gusta para buscarla en los libros, no soy mucho de memorizar. Además, es muy traicionera. Cada uno la lee y la cuenta como quiere. Es como las audiencias. A nivel histórico, la objetividad es muy difícil, porque lo que nos llegan son las filtraciones de los narradores e historiadores.

--Hablando de audiencias. El estreno de Hispania estuvo rodeado de polémica, porque Tele 5 estaba empeñada en hacer coincidir con ustedes la miniserie sobre Felipe y Letizia. ¿Cómo vivieron los actores la guerra entre cadenas?

--Es curioso, porque nunca me había parado a pensar en la rivalidad entre cadenas, ya que tampoco soy mucho de ver la tele, pero con esto ha sido terrible. Cada día decían una cosa nueva. Aunque he de decir que todos teníamos claro que estábamos haciendo una serie muy potente, que era un caballo ganador. Tampoco vivimos nervios.

--Ultimamente hemos visto otras producciones sobre la época romana, como Roma o Spartacus. ¿Están de moda?

--Tal vez lo que pasa es que es más creíble hacer una producción en la prehistoria que al día, ya que adquiere un aura más ejemplificante. Un espectador puede empatizar más con personajes más pretéritos que con los actuales porque, como hay tanta distancia, no estás notando la mano del director, de los actores y de los productores. A mí eso me sucede como espectador, por ejemplo, con Los Tudor .

ANTENA 3 / MIERCOLES, 22.30 HORAS